UN FENÓMENO EN SOTANAS: APORTES DEL SACERDOTE ENRIQUE NOVILLO PAULÍ A LA PARAPSICOLOGÍA ARGENTINA





En esta entrada quiero agradecer al amigo Juan Gimeno por la voluntad y constancia al publicar un homenaje al que fué mi maestro e influencia en toda futura inclinación académica y profesional. Quiza la voluntad que yo no tuve en su momento y mi maestro y amigo merecía. Por eso agradezco a Juan Gimeno a ayudarme a transmitir a las generaciones futuras el legado de un gran hombre de conocimiento y entrañable persona. Enrique Novillo Pauli sacersote jesuita gran maestro y entrañable amigo.




 Primer Encuentro de Parapsicología

 Buenos Aires, 27 al 29 de noviembre de 1987

UN FENÓMENO EN SOTANAS: APORTES DEL SACERDOTE ENRIQUE NOVILLO PAULÍ A LA PARAPSICOLOGÍA ARGENTINA
Juan Gimeno*
jgimeno54@yahoo.com.ar

INTRODUCCIÓN

Volviendo a leer al siempre vigente John Beloff (1994), se puede entender la historia de la parapsicología, sobre todo la relacionada con los fenómenos intensos, como:
Una sucesión de progresos prometedores, normalmente centrados alrededor de ciertos individuos dotados que aseguran poseer poderes sobrenaturales y que por un tiempo hacen suponer como si fuera inminente una nueva era. Pero ¿qué sucede? El fenómeno declina, estos sujetos pierden su poder o son desacreditados, y lo que comenzó con buenas perspectivas se convierte en un falso amanecer (p. 83).
Si en la frase anterior se reemplaza a los “individuos dotados” por “personas interesadas”, queda definida, al menos para la Argentina, una manera de entender el desarrollo de la parapsicología. En efecto, más allá del empeño por definir etapas fundamentadas en variables estructurales, se puede construir una historia basada en aquellas personas dotadas, no ya de facultades psi sino de gran vocación y capacidad superlativa de liderazgo, que investigaron, publicaron, organizaron sociedades y fundaron revistas, creando la ilusión de un nuevo amanecer, que finalmente declina con su retiro, descrédito o fallecimiento. En nuestro país es posible polemizar sobre la cantidad de esas personas, incluyendo o desechando algunas según cada mirada particular. Pero en ningún caso faltará el nombre de Novillo Paulí. El objetivo de este artículo es precisamente exponer la información bibliográfica y de campo recabada que justifique esta posición de privilegio dentro de la parapsicología argentina, y también posicionarlo en el ámbito internacional, completando otras reseñas biográficas ya existentes (Vega, 1976; Alvarado, 1989; Berger, 1991).
Héctor Enrique Novillo Paulí nació en la ciudad de Córdoba el 15 de julio de 1919. Hijo de Manuel Novillo Olmos (1875-1933) y de Catalina Paulí Bulacio (1893-1977), es el menor de cinco hermanos. Desde niño sintió la vocación religiosa que cumplió ingresando al Seminario Menor de la Compañía de Jesús en marzo de 1936 . Allí estudió literatura y humanidades, y luego ciencias. En 1945 se licenció en filosofía y tres años después se graduó como profesor de química en el Colegio Máximo de San Miguel, en la provincia de Buenos Aires, ordenándose sacerdote el 22 de diciembre de 1951. Finalmente, completó su licenciatura en teología en 1952. Se desempeñó como profesor de nivel secundario y universitario en diversos establecimientos jesuitas; también entre 1962 y 1966 fue subdirector del Colegio Máximo y director de la revista Propaganda Católica.
A poco de ser sacerdote comenzó su actividad en parapsicología, dando conferencias y cursos a lo largo de toda la Argentina, incluyendo provincias como Chaco y Formosa, a las que nadie antes había llegado para divulgar este tema. En 1972 y durante dos años estudió e investigó en el Institut of Parapsychology de la Foundation for Research of the Nature of Man (FRNM, hoy Rhine Research Center) en Durham, Estados Unidos, dirigido por J.B. Rhine (1895-1980), con quien estableció una fructífera relación. En 1974 fundó y dirigió el Instituto de Parapsicología, dependiente de la Universidad Católica de Córdoba; a partir de 1979 mudó el instituto a la Universidad del Salvador, en Buenos Aires.
Novillo Paulí realizó innumerables viajes, dentro y fuera de la Argentina, ya sea capacitándose, realizando trabajos de campo o dando cursos y conferencias. A nivel experimental se especializó en “el poder de la mente sobre objetivos vivientes” (bio-PK) y su relación con el sexo, la distancia y el tiempo, perfeccionando a través de los años un protocolo para demostrar la influencia mental sobre el crecimiento de semillas de centeno. Además de artículos, reportajes en diarios, revistas y televisión , en 1975 publica Los Fenómenos Parapsicológicos: Psi en el laboratorio, un libro que consiguió sucesivas reimpresiones y se ha convertido en un clásico de la literatura especializada en idioma español. Participó de numerosos congresos y convenciones, nacionales e internacionales , presentando su célebre experimento con semillas, y expuso sobre su experiencia en educación y parapsicología (Novillo Paulí, 1976c). Fue miembro de diversas asociaciones internacionales, entre ellas la Parapsychological Association (1972-1987), la Society for Psychical Research, la American Society for Psychical Research, la Asociación Internacional para la Investigación Psicotrónica, fundada por Zdenék Rejdák y la Sociedad Española de Parapsicología. Falleció de leucemia en el Hospital Italiano en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el 24 de julio de 1989.
Al igual que Novillo Paulí, entre algunos sacerdotes de la Iglesia Católica, hay una larga tradición del interés por la relación entre la parapsicología y la religión; sin embargo, es una historia rara vez contada (Haynes, 1964; Nicol, 1966; Omez, 1959). Este interés proviene de tiempos en que el Cardenal italiano Próspero Lambertini (1675-1758), luego Papa Benedicto XIV, escribió De Servorum Dei beatificatione et beatorum caninizatione en 1729, donde examina los milagros atribuidos a la canonización de los santos y místicos, pero advierte que ciertos fenómenos (como la telepatía y la precognición) no necesariamente son un signo de santidad sino capacidades humanas normales (Giovetti, 1995). Estas “instrucciones” guiaron a sacerdotes, como el francés Jérôme Ribet (1837-1909) quien clasificó los estados místicos distinguiéndolos de la psicopatología, hasta René Laurentin (1917-2017), el más erudito teólogo francés autor de más de cien libros sobre misticismo y ascetismo, a examinar teológica y científicamente casos de santos y místicos (Haynes, 1964).
Una larga nómina de sacerdotes han mostrado interés por diversos fenómenos parapsicológicos, desde exorcistas como el jesuita francés Joseph de Tonquédec, S.J. (1868–1962) o el paulista italiano Gabriele Amorth (1925–2016) quienes explícitamente defendían la existencia del diablo y su influencia, hasta el más famoso y popular jesuita español Oscar González Quevedo (1930-2019), autor de más de una docena de libros y director del Centro Latinoamericano de Parapsicología en Brasil junto a sus colegas Edvino Friderichs y el franciscano Bonaventura Kloppenburg. González Quevedo a su vez, estaba fuertemente influenciado por otros antes que él, por ejemplo, el sacerdote mexicano Carlos María de Heredia (1872-1951) un mordaz crítico de las prácticas espiritistas, el sacerdote español y psicólogo José María Palmés (1879–1963), el español Pedro Meseguer (1904-1963) que persiguió las prácticas de hechicería y curanderismo –todos ellos ordenados por la Compañía de Jesús. También el Monseñor italiano Giovanni Alfano (1878-1955), un vulcanólogo crítico del espiritismo y la reencarnación. Otros jesuitas se han mostrado menos críticos al espiritismo, pero escribieron prolíficamente sobre misticismo y poltergeist, como el británico Helbert Thurston, que era miembro de la Society for Psychical Research, y el jesuita español José María Pilón (1924-2012) quien escribió sobre radiestesia, una práctica común por parte de muchos sacerdotes en el pasado, como el salesiano argentino Ricardo Gerula (1944-2019).
Minoritariamente, miembros de otras órdenes también mostraron interés académico por la parapsicología, de alguna manera aliada a la doctrina de la Iglesia o la religión en general, como el monje dominico Reginald Omez (1895-1973), el monje sirio Robert Amadou (1924-2006), un experto en parapsicología y esoterismo, Corrado Balducci (1923-2008), amigo personal de Juan Pablo II y miembro de la Academia Pontificia Eclesiástica, quien examinó el fenómeno de la posesión y el exorcismo, el erudito teólogo alemán August Ludwig, un ávido investigador de casos poltergeist en revistas tales como Psychische Studien y Zeitschrift für Parapsychologie, y el sacerdote redentorista austríaco Andreas Resch, profesor en la Academia Alfonsiana de la Pontificia Universidad Lateranense, quien bajo la denominación de “paranormología”, quien dirige el Instituto de Áreas Fronterizas de Ciencia desde 1980. Otros sacerdotes han mostrado ideas o literatura más controversiales, como los casos del monje benedictino Pellegrino Ernetti (1925-1994), quien decía haber construido una “máquina del tiempo”, el franciscano Frei Albino Aresi (1918-1988) quien practicaba su “terapia mongoloide”, el sacerdote francés François Brune (1931-2019) defensor de la transcomunicación instrumental. Otros renunciaron y abandonaron críticamente a la Iglesia (por ejemplo, Salvador Freixedo, 1923-2019) (cf. O'Neill & Dominguez, 2001).

EL CAMINO QUE CONDUCÍA A LOS ESTADOS UNIDOS
Entre las dedicatorias de una perdida novela de suspenso (Hediger, 2013), su autor menciona:
Al padre Enrique Novillo Paulí, S.J. (1919-1989) el “pelado” profesor de química en 4° y 5° año del secundario quien a finales de los años 50, aparte de explicarnos que somos unidades de carbono y hexaclorociclohexano, ya nos hablaba de J.B. Rhine, la parapsicología, el espiritismo y otros tantos temas apasionantes (p. 7).
Este dato se completa con las palabras del propio Novillo, en una de las primeras cartas que le envía a J.B. Rhine, en la que afirma que:
En 1950, comencé a interesarme por los fenómenos espiritistas. Traté de profundizar en su estudio y conocimiento buscando una explicación científica en psicología, excluyendo toda mediación de los muertos. En esa investigación trabajé hasta 1957 cuando conocí los trabajos de la Universidad de Duke. Allí encontré las razones de muchos fenómenos inexplicables hasta ese momento, o atribuidas a causas desconocidas (Novillo Paulí, 1968).
En efecto, Novillo Paulí se acercó a la parapsicología por su interés religioso de encontrar contrahipótesis para los fenómenos que esgrimían los espiritistas pretendiendo demostrar la comunicación con el así llamado mundo espiritual. Según indica en su Curriculum vitae (Novillo Paulí, 1982, pp. 1-2), esta inquietud debe haber sido bienvenida entre sus superiores, porque a partir de 1954 dictó decenas de conferencias y cursos en diversas localidades, referidas a “espiritismo y parapsicología”, en instituciones de la Iglesia Católica, muchas veces acompañadas por entrevistas en medios locales, radiales o escritos. También realizó dos viajes a ciudades de Brasil, en 1954 y 1964, para estudiar la fenomenología espírita y hacer contacto con centros de estudio; en el segundo de esos viajes conoció en persona a Oscar González Quevedo, quien comenzaba un trabajo similar al suyo aunque con una impronta mucho más combativa, tal vez obligado por la alta popularidad del espiritismo en aquel país (ver http://www.alipsi.com.ar/wp-content/uploads/E-BOLETIN-PSI_Vol.14_No2_Mayo_2019.html#tit4).
Su proyecto fue tomando impulso hasta que en 1966 consigue dedicarse exclusivamente a la parapsicología (Jiménez Visedo, 1976). Es entonces cuando decide capacitarse en el lugar de mayor prestigio en el mundo. Para ello, escribe al Rector de la Duke University para consultarlo por los cursos dirigidos por Rhine, aclarándole que “soy Profesor de Parapsicología en la Escuela de Psicología de la Universidad Católica de Córdoba, he dictado conferencias en Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, Córdoba, etc. y he publicado alguna de ellas en revistas y periódicos” (Novillo Paulí, 1967). Rhine replica aquella carta, aunque no con el entusiasmo esperado por su remitente, ya que, si bien le envía algunos números atrasados de The Journal of Parapsychology y le acepta la suscripción para ese año, también aclara que “limitamos las becas a personas con amplia experiencia experimental que necesitan analizar o publicar sus resultados (…). Nos dedicamos en especial a la investigación, somos pocos y no damos clases” (Rhine, 1968a), recomendándole contactar a Eileen Garrett, presidenta de la Parapsychology Foundation de New York. Lejos de amilanarse, en agosto vuelve a escribirle aclarándole que tiene una beca de la Organización de Estados Americanos (OEA), noticia que mejora la disposición de Rhine, ya que le informa que en ese caso la cuestión cambia considerablemente:
El mejor momento para comenzar sería en septiembre, y si está preparado para hacer la mudanza, puede llegar a tiempo para asistir a la reunión que realizaremos el 13 y 14 de septiembre, conocida como la "Autumn Review Meeting" [Reunión de Revisión de Otoño]. Habrá más de una docena de informes de investigación. El Dr. Brenio Onetto de Chile […] espera estar aquí para la Reunión (Rhine, 1968b).
El trámite para recibir la beca de la OEA se fue demorando, de manera que recién llegó a Durham, Carolina del Norte, casi dos años después de aquellas cartas, sin poder obviar la autorización de su Provincial, Ricardo O’Farrell S.J., permaneciendo entre abril de 1970 y octubre de 1971. El último escollo a solucionar era el alojamiento y la comida, ya que la beca no le cubría tales gastos. Esto lo resolvió negociando con el párroco de una iglesia cercana a la universidad la provisión de esas necesidades a cambio de decir misa diariamente y brindar otros servicios religiosos (M. Oliva, comunicación personal con Alejandro Parra, 20 de julio de 2019).

EL PODER DE LA MENTE SOBRE OBJETIVOS VIVIENTES
Novillo aprovechó cada uno de sus días en Durham, seguramente en desventaja con respecto al resto de los asistentes más experimentados. De acuerdo a lo que su director le había advertido desde el principio, no era aquél un lugar donde encontraría un clásico curso sino un espacio de trabajo para crear e investigar, de manera que su capacitación la completaría con la mejor fórmula didáctica: investigando. En los 19 meses que estuvo allí, más allá de tejer vínculos con los principales referentes de la parapsicología, que seguiría madurando a lo largo de su vida, completó un experimento para tratar de demostrar el poder de la mente sobre objetivos vivientes y escribió el libro Los fenómenos parapsicológicos: psi en el laboratorio.
Puede decirse que Novillo era, antes que nada, un investigador. En una de las primeras cartas que le envía a Rhine, ya le aclara que “estoy interesado en organizar un Laboratorio en la Universidad para investigar y experimentar de manera progresiva y gradual” (Novillo Paulí, 1968), actitud que se confirma posteriormente con reiterados pedidos al Institute of Parapsychology de mazos de cartas de ESP (“zener”) o la autorización para imprimirlas por su cuenta.
Tampoco desaprovechó las oportunidades de realizar trabajos de campo. Por ejemplo, con respecto a los poltergeist, en su libro menciona brevemente dos investigaciones, una en la ciudad de Santa Fe, en 1966, y otra en la ciudad de Córdoba, en 1973 (Novillo Paulí, 1984/1975, cf. pp. 86-87), de las que revela detalles en una entrevista (D´Arbó, 1983, cf. pp. 145-156). Incluso en su Currículum vitae menciona (sin profundidad) otro caso en la ciudad de Guaymayén, Mendoza, en junio de 1980 (Novillo Paulí, 1982, p. 4). Finalmente el que visitó en la localidad de Covunco Abajo, Neuquén, en 1978, comparándolo con otros ocurridos en Brasil (Novillo Paulí, 1979). También menciona la investigación de un caso de exudación sanguínea en imágenes religiosas, en febrero de 1975 (Novillo Paulí, 1982, p. 4). El capítulo 5 de su libro reseña una observación o investigación de campo sobre el “milagro de San Genaro”, un episodio de aparente licuefacción de sangre de un santo italiano tras una visita en septiembre de 1972 (Novillo Paulí, 1984/1975, pp. 80-84). También aprovechó varios de sus viajes para realizar trabajos de campo: desde Manila, capital de Filipinas, le escribe en 1977 a Rhine, para contarle que había investigado a los famosos cirujanos psíquicos: “Estuve aquí veinte días. He presenciado y controlado al asunto. Ahora tengo una idea clara de cómo juzgar este tema” (Novillo Paulí, 1977) aunque no agrega más detalles. En una de sus últimas observaciones de campo se refiere a la popular ceremonia de caminar sobre el fuego, que dice haber estudiado junto con un equipo multidisciplinario en varias provincias argentinas (Novillo Paulí, 1987a).
En el campo experimental, Novillo supo llevar adelante una conducta rara, aunque recomendable, entre los parapsicólogos argentinos: trabajar con un solo experimento durante décadas, mejorándolo y acumulando datos. Según sus palabras (Novillo Paulí, 1975):
Lo que me movió a llevar adelante el trabajo fue el deseo de investigar PK en algunos aspectos aún no explorados. De este modo quise investigar el poder de la mente sobre objetivos vivientes, pero atendiendo primeramente su actividad en función del sexo de los sujetos participantes; en segundo lugar, la gravitación de la distancia y en tercer lugar, su relación con el tiempo. (p. 102)
Brevemente, el experimento consistía en germinar dos grupos de semillas, uno de los cuales trataba de ser influido por la intención de los sujetos para que creciera más en comparación con un grupo control. Luego de 9 días cortaba los tallos que habían crecido, tomaba sus medidas y los comparaba mediante un análisis estadístico (ANOVA). En la tercera edición de su libro (Novillo, 1984/1975) informaba que llevaba realizados 87 experimentos, con más de 100.000 semillas, obteniendo resultados consistentes y significativos que confirmaban sus hipótesis. Los primeros resultados fueron obtenidos durante su estadía en el FRNM y presentados en la XV Convención Anual de la Parapsychological Association, llevada a cabo en Edimburgo, en 1972 (Novillo Paulí, 1973a). Continuó mejorando este experimento en el laboratorio de la Universidad de Córdoba, y más tarde en el Instituto de Parapsicología de la Universidad del Salvador en Buenos Aires, prácticamente hasta su fallecimiento. También conducía muchos de estos experimentos con propósitos pedagógicos durante sus cursos, para enseñar metodología y estadística en parapsicología (G. Cía, comunicación personal a Juan Gimeno, 2 de julio de 2019; M. Oliva, comunicación personal con Alejandro Parra, 20 de julio de 2019).
Si bien Novillo Paulí consiguió publicar los resultados de su experimento en diversas revistas no revisadas por pares (Novillo Paulí, 1973b, 1974, 1976a, 1976b), nunca consiguió hacerlo en la más prestigiosa especializada: The Journal of Parapsychology, en el que solo dos argentinos, David Efrón (1944) y J. Ricardo Musso (1965), hasta entonces, habían logrado publicar. La intención de Novillo era publicar allí antes que en ningún otro lado y así poder presentar el experimento en la Convención de Edimburgo con el aval que dicha revista implicaba. Sin embargo, Rhine (1972) comunica a Novillo un primer signo de alarma:
En vista de la ayuda estadística adicional de Ed Kelly  y algunas discusiones sobre su investigación que he tenido con los que más han trabajado con usted, creo que podemos decir que es probable que su trabajo sea aceptable para los editores de la revista (ellos, por supuesto, deben tener la decisión final) siempre que las conclusiones estén respaldadas por los datos y se realicen algunos análisis adicionales de acuerdo a la línea seguida por Kelly.
Dos días después, Novillo (1972a), algo molesto, le responde: “Acepto que Ed Kelly realice otro análisis de mi investigación, aunque esto no significa que mi evaluación previa sea incorrecta”, tratando de curarse en salud, para finalizar proponiendo publicar ambos puntos de vista en el mismo informe. Un mes y medio más tarde, Novillo Paulí (1972b) vuelve a escribirle a Rhine, tratando de que tercie a su favor en la discusión:
Tengo un problema y necesito su opinión. Estuve hablando con Ed Kelly sobre mi investigación, quien también la encontró valiosa, lo mismo que Kanthamani  y Helmut [Schmidt] , pero me pidieron que escribiera un informe más breve para ser publicado. ¿Cuándo o dónde puedo encontrar el tiempo necesario para esto? Por otro lado, no quiero perder mi trabajo. Creo que tenemos buenas conclusiones en mi investigación y no quiero que sea publicado por nadie más que el Instituto.
Finalmente esta gestión de último momento no debió dar resultado. Novillo presentó su experimento en la convención en Edimburgo, que se llevó a cabo entre el 2 y el 5 de septiembre, pero sin haber sido publicado en The Journal of Parapsychology, algo que tampoco ocurrió después.

LOS FENÓMENOS PARAPSICOLÓGICOS: PSI EN EL LABORATORIO
Novillo no fue un escritor prolífico, al menos en relación con el resto de sus actividades. Si bien escribió muchos artículos de divulgación en revistas de interés general, difíciles de conseguir hoy, son pocos los aportes en revistas revisadas por pares. En relación a libros, si no se cuenta uno publicado por la Universidad del Salvador, de hecho un folleto para luchar contra el espiritismo (Novillo  Paulí, 1981), solo puede mencionarse un texto de más de 400 páginas que tuvo éxito comercial en sus tres ediciones , que nació como libro de texto para ser utilizado en los cursos que el sacerdote organizaba. Una primera curiosidad es la presentación que le hace el propio Rhine, calificando al autor como “mi buen amigo y compañero de trabajo a lo largo de dos años”, destacando que:
Se esforzó, con profundo sentido de responsabilidad, por presentar un libro en castellano acerca de los métodos fundamentales para la investigación en parapsicología. Su afán al reunir y organizar los datos necesarios para investigar en esta área supera todos los trabajos anteriores, que yo conozca, en Latinoamérica (Novillo Paulí, 1984/1975, p. 11).
El libro contiene bibliografía específica en cada capítulo y al final una detallada bibliografía general, incluyendo también un valioso índice de autores y materias. Además de un recorrido por los distintos fenómenos parapsicológicos estudiados en la época, está centrado en el análisis de los métodos cuantitativos de evaluación, para luego volcarse de lleno al desarrollo de su propia investigación, describiendo 34 experimentos realizados entre 1971 y 1976.
El acertado carácter impersonal del texto tiene una excepción en el capítulo 14 “Concepción del hombre en la parapsicología”, inaugurando la polémica con el subtítulo de “Parapsicología y religión”. Novillo desecha la clásica antinomia entre ciencia (parapsicología) y religión, asegurando que ambas pueden complementarse para responder la pregunta sobre qué es el hombre, ahora alejadas de la clásica mirada mecanicista. Trayendo a consideración diversos experimentos ya analizados en el libro, recuerda la independencia de psi del tiempo y la distancia, y la no emisión de energía durante los fenómenos, para precisar que:
Esta nueva visión y dimensión es la realidad del espíritu en el hombre. Para algunos científicos éste no excedía la ilusión de una ventana de decoración pintada en la pared. La parapsicología ha demostrado su realidad, la ha abierto ampliamente usando las herramientas de la experimentación (Novillo Paulí, 1984/1975, p. 248).
Estas definiciones son probablemente el mejor argumento que haya tenido Novillo para convencer a sus superiores de permitirle dedicarse a tiempo completo a la parapsicología.
Si bien hasta entonces los libros de parapsicología publicados en Argentina por autores nativos eran escasos,  éste no fue recibido con entusiasmo por sus colegas, tal vez por la nula inclusión de material local en sus páginas, exceptuando el del propio autor. De hecho, la única revista que se editaba por entonces, Cuadernos de Parapsicología, le dedica un breve espacio, apenas con la información enviada por los editores (1975, p. 24). En cambio J. Ricardo Musso (1977) se extiende en su revisión para The Journal of Parapsychology, aunque mezclando buenas y malas. Siguiendo a Rhine, destaca la contribución del libro a la parapsicología latinoamericana y hasta acepta la posición de Novillo con respecto a la religión al reconocer que: “Aunque el lector puede no compartir sus puntos de vista, tendrá que admitir que están formulados con fuerza y, en ocasiones, con penetración aguda” (p. 147) ; sin embargo, no deja de mencionar supuestos errores en la utilización de diversos tests, como por ejemplo al mencionar que “llama la atención el hecho de que bajo la denominación de ‘tests de clarividencia con cartas’ sean incluidos los tests de GESP y los de telepatía pura, lo que indudablemente es un error” (p. 244). También, inexactitudes en el propio experimento sobre el poder de la mente sobre objetivos vivientes. Al final, quizás sangrando por la herida, concluye que:
Los errores son consecuencia de la situación particular que enfrentó el autor cuando preparó el libro durante su estadía en el FRNM. Estaba rodeado de parapsicólogos de alto nivel científico pero posiblemente incapaces, por razones de idioma, de revisar sus escritos en español. Evidentemente, el autor tampoco hizo que sus colegas argentinos los revisaran. Sería deseable en futuras ediciones del libro que los errores pudieran corregirse (p. 149).
Con respecto a la metodología, Musso revela que el editor del Journal, en una carta personal, calificó su crítica como “una estimación escrupulosa del libro” (Musso, 1982b, p. 11); y se lo comenta a Novillo Paulí quejándose de que “vos solo respondiste con un riguroso silencio” (Musso, 1982b, p. 11), quizá copiando los procedimientos milenarios de su iglesia para desactivar críticas de manera rápida y efectiva.

EL INSTITUTO DE PARAPSICOLOGÍA

Luego de su extensa y fructífera estadía en el Institute for Parapsychology, Novillo se despide de los Estados Unidos a fines de julio de 1972, pero recién llega a su país en noviembre, ya que antes recorrerá algunos países de Europa y asistirá a la Convención de Edimburgo. Decididamente será otro el que vuelva a la ciudad de Córdoba. Dos años antes había partido el que combatía al espiritismo y otras pseudociencias teniendo como aliados los datos de la parapsicología; ahora llegaba un investigador formado para reproducir en su tierra aquella organización de la que se sentía orgulloso y partícipe, y a la que le pondría el mismo nombre aunque corriera el riesgo de pecar de falta de originalidad. Y así se lo expresaba a Rhine:
Tengo mucho para contar sobre mi experiencia en el campo de la parapsicología en Europa, pero sintéticamente tengo que decirle que ¡nuestro Instituto de Durham es el mejor! […] Tuve varios encuentros con el grupo de mi universidad. Quieren conocer el nivel científico de la parapsicología que enseñaré el año próximo en la Escuela de Psicología y Medicina. Me siento observado, pero los entiendo. (Novillo Paulí, 1972d)
Al año siguiente el Instituto está en pleno funcionamiento y su actividad es febril. En otra carta a Rhine (Novillo Paulí, 1973c) insiste diciendo “tengo que trabajar y hablar con mucho cuidado porque la parapsicología es algo nuevo aquí y los profesores me observan”. Aunque más adelante, cuando describe un interesante caso de poltergeist que involucra a una niña de 14 años que produce “desplazamientos de objetos”, agrega en la misma carta que “estoy trabajando con doctores de la universidad: neurólogos, clínicos, pediatras, endocrinólogos, que la están estudiando” (Novillo Paulí, 1973c). También promete enviarle los últimos resultados de su experimento, pero sobre todo lo anoticia con orgullo que ha terminado de dictar su primer curso de parapsicología, al que asistieron 200 personas, entre ellas estudiantes y graduados de la universidad. Este curso, que dictaba simultáneamente en las universidades católicas de Mendoza, Santa Fe y Paraná, constaba de dos partes que se dictaban en años sucesivos, durante tres meses cada una, con tres clases semanales de una hora y media. El primer nivel estaba referido a la percepción extrasensorial mientras que en el segundo se estudiaba la psicokinesis, y la particularidad era que para conseguir el certificado de promoción era imprescindible completar un experimento. Los alumnos disponían desde juegos de cartas de ESP hasta un generador de números aleatorios fabricado en la Escuela de Electrónica de la misma universidad, para replicar los trabajos de micro-PK de Helmut Schmidt (ver Beloff, 1997).
Si bien el instituto funcionó a pleno desde fines de 1972, oficialmente puede leerse que: “Se creó en la Universidad Católica de Córdoba siendo rector el R. P. Fernando Storni, S.J. el 2 de mayo de 1974” (Anónimo, 1981, p. 165) dependiendo, junto con otros institutos, del Vicerrectorado de Investigación y Extensión, que cambió su nombre por el de Investigación y Desarrollo a partir de 1981. No está de más agregar que, por entonces, el Provincial (máximo representante) de la Compañía de Jesús en la Argentina era Jorge María Bergoglio S.J., actual Papa Francisco.
Su primer viaje al frente del instituto lo lleva a California, a raíz de una conferencia internacional en donde explica la relación con la universidad:

Este instituto cumple una doble función: (1) proporcionar el asesoramiento interdisciplinario necesario en las diferentes áreas, sobre las investigaciones y los problemas que pueden surgir en el campo de la parapsicología y su relación con áreas como la psicología, medicina, psiquiatría, filosofía, teología, antropología etc. 2) atender a las ciencias que tienen una conexión o derivaciones en el campo de la parapsicología. El objetivo es proporcionar y buscar orientación interdisciplinaria mutua, especialmente en las ciencias antropocéntricas (Novillo Paulí, 1976c).
En 1979 se cierra la Escuela de Psicología de la Universidad Católica de Córdoba, y por un acuerdo entre los rectores de esta universidad y la del Salvador de Buenos Aires, el Instituto de Parapsicología se traslada a Buenos Aires. Lejos nuevamente de amilanarlo, la mudanza lo llena de entusiasmo, ya que en Argentina se da por cierta aquella frase que certifica que “Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires”. En una carta enviada a Farilla David, la secretaria de Rhine (Novillo Paulí, 1980), todavía con el membrete de la universidad cordobesa, le dice que “en Buenos Aires estamos mejor instalados y ya estamos trabajando en el mismo nivel que en Córdoba”. A continuación consulta por una operación quirúrgica a la que se había sometido Rhine, sin saber que su mentor había fallecido unos días antes, cuando las comunicaciones tenían otra velocidad. La nueva dirección del instituto coincide con el lugar de residencia de su director, en la calle Sarandí 65 del barrio de Balvanera, actualmente la Misión Jesuita Multimedia, un gran edificio de viviendas para sacerdotes, en donde había conseguido un primer piso ideal para sus actividades.
Algunos de sus alumnos  lo recuerdan como un hombre alto, delgado, con un carácter férreo y exigente contra el que algunos chocaban; que podía pasarse horas frente a su máquina de escribir contestando cartas de colegas de todo el mundo. Tres veces por semana atendía personas que llegaban a contarle supuestos fenómenos o experiencias paranormales que habían presenciado o producido, espacio que le permitía investigar algunos casos y en otros ejercer como parapsicólogo “clínico”, ya que una de sus frustraciones era no haberse licenciado como psicólogo, a pesar de leer abundantemente sobre el tema.
Al entrar al laboratorio, en el hall se podían observar vitrinas con restos paleontológicos, que el sacerdote había ido adquiriendo en sus viajes y que coleccionaba como aficionado. También podía verse la gran biblioteca, que ocupaba toda una pared, con más de un millar de libros sobre parapsicología, además de las revistas de todo el mundo; allí se llevaban adelante reuniones, discusiones y, eventualmente, proyecciones de películas. En otro sitio, estaba la sala de experimentación general, preparada incluso para experimentos Ganzfeld, y en otro la sala dedicada a sus “plantitas”, donde germinaban los lotes de semillas. Un grupo de seguidores surgido del curso lo acompañaba. Eran estudiantes, graduados o animosos de la temática, que confluyeron en el Primer Encuentro de Parapsicología que se realizó durante tres días, en noviembre de 1987, donde se expusieron decenas de ponencias y participaron de diversas mesas redondas.
Es indudable la trascendencia del trabajo de Novillo Paulí, alma-mater al frente del Instituto de Parapsicología, con múltiples logros y aportes a la parapsicología argentina. Sin embargo, quedaría pendiente el logro más buscado, como lo era que la parapsicología fuera asignatura obligatoria en alguna de las facultades. Al principio de su libro, en un breve resumen de sus antecedentes, aparece como “ex profesor de la materia en la Universidad Católica de Córdoba” (Novillo Paulí, 1984/ 1975, p. 4), afirmación referida a su curso de extensión universitaria. Sin embargo, al volver de Durham se puso a trabajar en ese sentido. En 1975 sus gestiones debieron estar avanzadas ya que afirmaba: “En cuanto a la parapsicología como asignatura que necesariamente tenga que estudiar y aprobar el alumno de la carrera de psicología para ser promovido, lo será a partir de 1976” (Novillo Paulí, 1984/1975, p. 4). Sin embargo, al año siguiente solo pudo afirmar que: “Actualmente, la Parapsicología se enseña oficialmente dentro de la Cátedra Dinámica del Inconsciente, en la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Córdoba” (Jiménez Visedo, 1976, p. 82), seguramente como un tema más dentro de un amplio grupo de contenidos.
Sin duda, el aspecto más polémico de su producción, que generó las principales desavenencias entre colegas más cercanos a una visión clásica de la ciencia, tiene que ver con sus hipótesis sobre psi, que mantuvo durante toda su vida. A las declaraciones ya mencionadas en su libro, se agregan casi calcadas las publicadas dos años antes de su fallecimiento. Luego de describir las características de psi manifestadas en diversos experimentos, Novillo Paulí (1987b) concluye:
¿Qué nombre tiene en filosofía una naturaleza que es inteligente, libre, se independiza de la materia y del tiempo? Pienso que tendríamos que llamarla el espíritu del hombre […] La Parapsicología en el campo experimental no solo prueba la realidad espiritual del hombre sino que además da una respuesta al gran interrogante de las filosofías y religiones de todos los tiempos: ¿termina todo con la muerte? (p. 8).
Naum Kreiman, abanderado en la Argentina del método cuantitativo en ciencia, relativiza sus conclusiones “filosóficas”, dándole de su propia medicina al asegurar que “la realidad del espíritu y su inmortalidad está afirmada por la religión antes de la existencia misma de la parapsicología como ciencia (…). Muy pobre sería la revelación divina si necesitara del experimento de simples mortales para confirmarla (Kreiman, 1988a, p. 17). En esta ocasión, Novillo Paulí decidió bajar a la arena de la confrontación y le respondió de manera descalificatoria:
No me sorprende su incomprensión de ‘Filosofía de la Parapsicología’ porque pareciera no estar Ud. familiarizado con el razonamiento filosófico. Confunde el análisis filosófico con religión, fe, revelación divina, dogma, espiritismo, etc., produciendo una distorsión de lo que digo en mi trabajo (Novillo Paulí, 1988, p. 13).
A lo que, en el mismo número de la revista, Kreiman vuelve a contestar elevando aún más el nivel de agresión: “La respuesta del Lic. Novillo Paulí está viciada de ataques personales (…). Cualquier lector se dará cuenta de que con este procedimiento no se comparan ideas ni se esclarecen problemas” (Kreiman, 1988b, p. 15 y 16), etc., etc., echando por tierra una vez más en la parapsicología argentina la oportunidad de confrontar positivamente.

CONSIDERACIONES FINALES
La parapsicología requiere seguidores con alta tolerancia a la frustración, ya sea por la dificultad de encontrar casos auténticos o de realizar experimentos exitosos, pero sobre todo para conseguir que los descubrimientos sean aceptados y valorados por el resto de su comunidad. Novillo Paulí debe ser valorado doblemente en este sentido, ya que pertenecía a un grupo al que le debía obediencia. Las declaraciones del actual Provincial de los jesuitas parecen desechar estas prevenciones, al asegurar que:
Respecto del tema de la parapsicología podría decirle que la Compañía no tiene ningún reparo en particular. Como muchos apostolados que los jesuitas llevamos adelante, se va discerniendo en cada momento lo que sea más conveniente para nuestra misión en ese tiempo (Aguerre, 2019).
Sin embargo, era un secreto a voces los problemas que encontraba el sacerdote para organizar su actividad. Además de las cartas a Rhine en las que le confesaba sus dificultades para moverse entre pares desconfiados e ignorantes de las posibilidades de la parapsicología (Novillo Paulí, 1972d; 1973c), es ilustrativo el recuerdo de un testigo. En 1981, durante la cena de despedida del Primer Congreso Argentino de Parapsicología, en Buenos Aires, coinciden en la misma mesa Novillo Paulí y Oscar González Quevedo, ambos miembros del Comité de Honor. El tema es, precisamente, cómo hacer parapsicología entre los jesuitas. Novillo Paulí le pregunta cómo llamar la atención del obispo, ya que le confiesa, quejoso: “Pido tres sillas y no me las dan…” Y la respuesta de González Quevedo es tajante: “No esperes nada de los jesuitas porque no te van a dar nada” (A. Las Heras, comunicación personal a Juan Gimeno, 31 de julio de 2019, ver también [A.] González Quevedo, 2019). Estas dificultades se plasmaron de manera dramática luego de la muerte de Enrique Novillo Paulí, lo cual ayuda a resignificar la afirmación de Beloff (1994) acerca de la historia de la parapsicología al inicio de este artículo. A los pocos días del fallecimiento, Antonio Las Heras se acercó al Instituto junto con algunos conocidos del sacerdote, para organizar un homenaje, pero se encontró con que ya habían vaciado el lugar (A. Las Heras, comunicación personal a Juan Gimeno, 31 de julio de 2019).
Nunca hubo un comunicado oficial del Vicerrectorado explicando el destino de uno de sus institutos. Simplemente desapareció luego de la muerte de su fundador. “Fue como si hubiesen estado esperando que falleciera para vaciar el Instituto”, comentó uno de sus estudiantes (G. Cía, comunicación personal a Juan Gimeno, 2 de julio de 2019), coincidiendo con Marcelo Oliva Moyano, uno de los principales colaboradores de Novillo Paulí durante los últimos años, a quien la noticia lo sorprendió durante una estancia en Brasil: “Volví al mes del fallecimiento y en el lugar ya funcionaba otra actividad. Fue como si todo se lo hubiese tragado la tierra” (M. Oliva Moyano, comunicación personal a Alejandro Parra, 20 de julio de 2019).
La última pregunta es ¿cuál fue el destino de los archivos del Instituto de Parapsicología, compuesto no sólo por su biblioteca personal y revistas especializadas, sino sobre todo, de la correspondencia de Novillo Paulí, además de múltiples documentos originales con seguimiento de casos, experimentos, fotografías, etc.? Ante la consulta sobre los “archivos y libros”, Andrés Aguerre S.J., quien lo conoció siendo novicio, solo llega una respuesta acerca de los libros, sin demasiada precisión: 

Veo bastante improbable, en lo que puedo saber treinta años después, que se haya desmontado la biblioteca por alguna razón distinta a lo que sucede con cualquier jesuita que fallece porque sus libros se van destinando a distintas bibliotecas según los temas a los que refieran. La verdad es que desconozco a dónde fueron a parar sus libros (Aguerre, 2019).
El lugar esperable para buscar pareciera ser el Archivo Histórico de la Universidad del Salvador (https://archivohistorico.usal.edu.ar/) de la que dependía el Instituto de Parapsicología a través del Vicerrectorado de Investigación y Desarrollo. Allí puede consultarse online tanto los Fondos y Colecciones particulares como los catálogos de libros de la Red de Bibliotecas de la Universidad; o como alternativa la Biblioteca Mayor de la Universidad de Córdoba (http://www.bmayor.unc.edu.ar/). Sin embargo en ninguno de estos sitios aparece la Biblioteca de Parapsicología así como tampoco las revistas. 
Sin temor a exagerar o a pecar de parcialidad manifiesta, puede decirse que Enrique Novillo Paulí fue uno de los más destacados parapsicólogos argentinos. Fue el único que pudo dedicarse a tiempo completo a la parapsicología durante más de dos décadas, a pesar de que no se lo puede calificar de profesional debido a los votos de pobreza que le imponía su sacerdocio. También fue el único que se capacitó durante un período tan prolongado junto a Rhine, mientras que otros de sus colegas solo pueden mostrar en este aspecto visitas esporádicas y correspondencia más o menos asidua. Además, es remarcable haber insertado su instituto dentro de la universidad, aunque con el atenuante ya mencionado de no alcanzar una cátedra obligatoria. Su experimento sobre el poder de la mente sobre objetivos vivientes es un ejemplo de persistencia, más allá de detalles metodológicos, y su programa educativo en parapsicología, un recuerdo imborrable para cuanto alumno se lo consulte, y un modelo didáctico y riguroso difícil de replicar en tiempos de redes sociales.

AGRADECIMIENTOS
A la gentil cooperación de Oscar Eduardo Novillo, sobrino de Enrique Novillo Paulí, por su colección de fotografías reproducidas aquí. También a Betiana Giusepponi, Secretaria Académica de la Universidad Católica de Córdoba, a Apryl Sullivan quien revisó, escaneó y envió la correspondencia entre J.B. Rhine y E. Novillo Paulí conservados en los Archivos Rubenstein de la Universidad de Duke, a Dora Platas Secretaria de “Fe y Alegría” Argentina, a Adrián Aguerre S.J. Secretario del Provincial de la Compañía de Jesús, y a Laura Bastián del Departamento de Referencia de la Biblioteca del Colegio Máximo de San Miguel. Merecen un reconocimiento a sus estudiantes en el Instituto de Parapsicología de la Universidad del Salvador: Gustavo Cía, Antonio Las Heras y Marcelo Oliva Moyano. Y especialmente a Alejandro Parra por ceder sus archivos y documentos para completar la presente biografía, revisar el borrador y sugerir cambios que lo enriquecieron sustancialmente.

REFERENCIAS
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* Juan Gimeno es profesor especializado en educación de adultos e investigador en parapsicología. Se ocupa del área de Investigación Histórica del Instituto de Psicología Paranormal de Buenos Aires. Ha escrito artículos en la Revista Argentina de Psicología Paranormal, Comunicaciones de Parapsicología y Journal of Scientific Exploration. Sus áreas de interés son la historia de la parapsicología y los efectos físicos de la mediumnidad. Publicó Cuando Hablan los Espíritus: Historias del movimiento kardeciano en la Argentina (en co-autoría con Juan Manuel Corbetta y Fabiana Savall) (Dunken, 2010) y El buscador de maravillas: tras los pasos de clarividentes, psíquicos, curanderos (y farsantes) de la Argentina reciente (2014).

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