ALGUNAS CONSIDERACIONES DEL FENÓMENO ABDUCTIVO EXTRAIDAS DE OTROS ESTUDIOS[1]
EFECTOS POSTERIORES
Los análisis de Bullard (1987, 1994) revelaron un número de condiciones físicas reportadas como consecuencias inmediatas de una EAA. Estas incluyen las siguientes lesiones- cortes, cardenales, raspaduras, heridas punzantes (11casos); problemas en los ojos y problemas de visión- quemaduras, ojos inflamados o con derrames o regueros, irritación, conjuntivitis, sensibilidad a la luz, dilatación de pupilas, visión deteriorada o nublada (22 casos); piel quemada e irritación-“como quemadura solar” o enrojecimiento de la piel, ampollas,picazón, rash (23 casos), dolor gastrointestinal- nausea, diarrea, constipación, dolor gástrico (13 casos); problemas de equilibrio y coordinación- balance, desorientación, desmayos (14 casos): y sed y deshidratación (12 casos). Los efectos físicos posteriores intermedios y a largo plazo incluye 13 ejemplos en los cuales el protagonista afirma haber sido curado de alguna dolencia preexistente, 5 ejemplos de pérdida de peso, y 9 casos de condiciones recurrentes como problemas en la piel o en el equilibrio, que siguieron inmediatamente a la EAA.
Entre los efectos posteriores reportados por Bullard (1987, 1994), fueron comunes el temor, la anticipación, la ansiedad, y las pesadillas recurrentes. Estas y otras características similares han sido descriptas como consistentes con el trastorno por estrés postraumático (Laibow & Laue, 1993; Powers, 1994a; J. Wilson, 1990).
MARCADORES BIOLÓGICOS
Excepto por los múltiples casos de abducción (en los cuáles más de una persona afirma haber estado involucrada en una abducción), no ha existido casi ningún caso en el cual un individuo ha sido observado durante el período de tiempo en el cual él o ella han reportado que la EAA ha ocurrido. Así, la condición de un protagonista de una abducción, en el momento de una EAA es desconocida, y las especulaciones acerca de las concomitancias de una EAA podrían ser hipotéticas. Por ejemplo las teorías causales de alteración del sueño, experiencias relacionadas con hipnosis, labilidad lóbulo-temporal, o tecnología alien, cada una de estas corrientes nos lleva a su propia y única predicción acerca de las características de un estado psicofisiológico de un protagonista. En la ausencia de condiciones controladas para generar y observar una EAA, cada especulación permanecerá sin testear, aunque los antecedentes de las condiciones podrían posibilitar la manipulación experimental.
Tendencia a la fantasía
Rodeghier , Goodpaster y Blatterbauer (1991) evaluaron tendencia a la fantasía con el Inventario de Recuerdos Infantiles e Imaginación (ICMI o Inventory of Childhood Memories and Imaginings; C.S. Wilson & Barber, 1983b), un instrumento adaptado de otro usado por S.C. Wilson y Barber en su estudio inicial de personas con propensión a la fantasía. Rodeghier y col. No encontraron diferencias entre los puntajes del ICMI para su grupo de EAA y para los de una muestra randomizada de población.
Similarmente, Spanos, Cross, Dickinson y Dubreuil (1993) no encontraron diferencia estadística en o entre grupos EAA y de no EAA en la tendencia a la fantasía medidos por el ICMI, Ellos, sin embargo, encontraron una correlación entre puntajes del ICMI y de la escala de Intensidad de la Experiencia (Intensity-of-Experience scale). No obstante incluso para el grupo de personas que reportó “experiencias intensas” (p.e., tiempo perdido y comunicaciones con aliens), el puntaje medio fue sólo 22.4, un puntaje que es el rango medio de la distribución de la población general (Lynn & Rhue, 1988), llevando a Spanos y col. (1993) a concluir que sus “encuentros contradicen claramente la hipótesis de que los informes... ocurren primariamente en individuos que tienen alta tendencia a la fantasía”(p. 629).
Sin embargo, es prematuro concluir que la tendencia a la fantasía, no está asociada con las EsAA. Primero, los estudios en esta área tienen limitaciones metodológicas (p.e., mediciones invalidadas ad hoc y muestras de pequeño tamaño) que evitan conclusiones fuertemente desviadas. Segundo, es cuestionable, si alguno de los participantes de la investigación de Spano y col. afirmaban tener experiencias clásicas de abducción, limitar la potencial relevancia de estas investigaciones a la tendencia a la fantasía y EsAA. Tercero, los sujetos en dichos estudios estaban indudablemente conscientes de que muchos de los marcadores de los marcadores de la propensión a la fantasía podrían indicar desviación o psicopatología (ver Lynn & Rhue, 1988). Por consiguiente, las características o experiencias asociadas con tendencia a la fantasía podrían no ser reportadas en situaciones que dispararan respuestas socialmente deseables, resultando en una desestimación de las correlaciones entre propensión a la fantasía y EsAA (Newman & Baumeister, 1996a). Ahora, la hipótesis de la tendencia a la fantasía merece una atención extensa en el contexto de estudios más rigurosos que tomen en consideración las limitaciones metodológicas de investigaciones previas, incluyendo la posible operación de juegos de respuesta que moderen la relación entre tendencia a la fantasía y EsAA. En conclusión, la idea de que la tendencia a la fantasía está asociada con reportes de abducciones alienígenas permanece como una plausible pero aún no bien confirmada hipótesis.
Déficit de Personalidad Fronteriza
Hartmann (1984) encontró que individuos con una historia de frecuentes pesadillas comparten una constelación de rasgos caracterizados por una débil discriminación entre categorías cognitivas básicas como el sí mismo o el no sí mismo, fantasía y realidad, y experiencias de sueño y despertar. Estos delgados “límites” se muestran como resultados en individuos quienes son sensitivos, artísticos, empáticos, vulnerables, imaginativos, quienes tienen un débil sentido de identidad personal o sexual, y que tienen dificultades distinguiendo períodos de tiempo, o quienes son percibidos por otros como “diferentes”.
Sobre la base de los constructos de Hartmann sobre límites delgados, Kottmeyer (1988) defendió que las características de lo que él denominó Déficit de personalidad Fronteriza, también describe al protagonista de una abducción. Spanos y col. (1993) administraron un número de escalas relevantes a la hipótesis de Kottmeyer y encontraron que comparados con los puntajes de los participantes control, los grupos de protagonistas de encuentros cercanos/OVNI de Spano y col. Mostraron la más alta autoestima, la más baja esquizofrenia, el más alto bienestar, la más baja aberración perceptual, la más baja percepción de un mundo hostil, la más baja agresión, y ninguna diferencia en potencia social. Es más, Spanos y col. No encontraron diferencias entre el grupo control y el de los participantes de encuentros cercanos, en las mediciones de absorción, tendencia a la fantasía, y propensión imaginativa, todos los cuáles deberían ser elevados de acuerdo a la teoría del déficit fronterizo, o de límites delgados.
Cada uno de estos hallazgos es también inconsistente o claramente opuesto a aquellos que predicen el déficit fronterizo o de límites delgados. Sin embargo, otros estudios han encontrado características de los protagonistas de EAA consistente con el déficit de personalidad fronteriza. Estos incluyen un sentido débil de identidad personal o sexual (Slater, 1985), tendencias esquizoides (Parnell & Sprinkle, 1990), mayor sensibilidad a realidades no ordinarias (Ring y Rosing, 1990), y un alto rango de reportes de intentos de suicidio (Stone-Carmen, 1994). Así, el lázo entre déficit fronterizo y los reportes de abducción garantizan atención contínua.
PSICOPATOLOGÍA
Los trastornos psicológicos que podrían considerarse para las EsAA incluye lo siguiente: psicosis (incluyendo alucinaciones e ilusionas), folie-á-deux (síntomas psicóticos compartidos producidos por una cercana relación entre los percipientes), reacciones de conversión (p.e., parálisis motora no explicada por una condición médica y asociada con factores psicológicos), manifestaciones fisiológicas de naturaleza psicosomática (p.e., marcas, manchas, y decoloraciones de la piel), trastornos disociativos (amnesia, fuga, y otras condiciones resultantes de tiempo perdido, distorsión temporal, y desorientación), trastorno disociativo de la identidad (el cual se suma al “tiempo perdido”, puede caracterizarse por mensajes desde/o de identidades duales”), y el síndrome de Munchausen (daño inflingido al self o falsas afirmaciones de sintomatología física). Sin embargo, mientras la sicopatología es indicativa en algunos de aislamiento, los casos de EAA, valorados tanto por la examinación clínica como por pruebas estandarizadas, han mostrado que, como grupo, los protagonistas de abducciones no se diferencian de la población general en términos de prevalencia psicopatológica.
Bloecher, Clamar, y Hopkins (1985) discutieron los hallazgos de Slater (1985), quien hizo una evaluación “ciega” de 9 protagonistas de abducciones. Usando el Test de Rorschach (Rorschach Test) y el Test de Apercepción Temática (Thematic Apperception Test), Slater no encontró evidencia por la cual las EsAA reportadas podían ser consideradas dentro de la base de un trastorno mental. Similarmente, Jacobson y Bruno (1994) examinaron narrativas de EsAA de 12 individuos y no encontraron elementos narrativos que pudieran sugerir “algún síndrome psiquiátrico actualmente reconocido”(p. 306). No obstante, los registros hospitalarios mostraron que 2 participantes tuvieron una enfermedad psiquiátrica mayor en la época de su EAA, ilustrando el peligro en el uso de métodos de valoración indirectos.
Parnell y Sprinkle (1990) usaron el Inventario de Personalidad Múltiple de Minnesota (Minnesota Multiphasic Personality Inventory o MMPI) para testear a 200 participantes quienes reportaron experiencias OVNI. Aunque los autores concluyeron que “ninguna otra patología visible fue indicada” (p. 45), una examinación más cercana de sus datos sugiere que entre aquellos participantes quienes describieron comunicación con entidades, algunos han tenido puntajes sobre ciertas escalas del MMPI (p.e., escala 8, la cual evalúa tendencias esquizofrénicas) que podrían ser consideradas dentro de un rango anormal. Sin embargo, porque la escala 8 incluye algunos ítems que podrían definir la experiencia de abducción, este hallazgo es difícil de interpretar. En un estudio similar, Rodeghier y col. (1991) usó la MMPI-2 para evaluar a 27 protagonistas de abducciones. De nuevo, ninguna patología manifiesta fue indicada para el grupo entero, pero los hallazgos fueron sugestivos para varios individuos en la muestra.
Mack (1994) estudió a 76 protagonistas de abducciones, y proveyó detalles de 13 casos estudiados. Mack concluyó que sus informes podrían no ser explicables en términos de sicopatología. Spanos y col. (1993) comparó un grupo control con 49 personas que habían reportados experiencias OVNI relatadas. Los reportes OVNI fueron divididos en aquellos que meramente vieron luces no identificadas y aquellos quienes habían tenido encuentros cercanos más elaborados. Los autores encontraron que su grupo de encuentro no obtuvieron puntajes más bajos que el grupo control sobre algunas de las múltiples mediciones de salud psicológica que fueron administradas.
Concluyeron que sus hallazgos “no proveen sustento en absoluto para las hipótesis de que los reportes OVNI son el resultado de sujetos psicológicamente perturbados” (p. 628) y “la carga está sobre aquellos que favorecen la hipótesis psicopatológica para sustentarse por ella” (p. 629).
A pesar de estos hallazgos, la implicación de normalidad general puede ser engañosa. “Normalidad” puede entenderse en el sentido clínico como “no patológica” o en un sentido estadístico como “no significativamente diferente del promedio”. Desde una perspectiva clínica, los datos son lejos inequívocos: la mayoría de las EsAA no pueden ser consideradas en términos de conocimiento psicológico como trastornos ni medidos tests psicométricos estandarizados o ser interpretados por medios de la historia terapéutica y personal del protagonista.
Sin embargo, un número de estudios han mostrado que los protagonistas de abducciones no son representativos de la población general. Por ejemplo, Parnell y Sprinkle (1990) encontraron que los participantes que afirmaban tener comunicación con aliens tenían una tendencia a tener sentimientos inusuales, pensamientos, y actitudes; fueron suspicaces, desconfiados, e imaginativos; y tenían tendencias esquizoides. Ring y Rosing (1990) encontraron que sus participantes reportaron más sensibilidad a “realidades no ordinarias” como los niños. Rodeghier y col. (1991) los encontró más soledad, menos felicidad, modelos de sueño más pobres en los sujetos.
PROBLEMAS CLÍNICOS Y RIESGOS
Los practicantes de la salud mental deben sentirse libres de ejercitar sus responsabilidades profesionales con sus pacientes quienes tienen necesidad de sus servicios, para no exacerbar los sentimientos de rechazo e impotencia del cliente y perpetuar las sanciones sociales y profesionales contra la experiencia. Con esto en mente, los riesgos de proveer terapia pueden ser minimizados y los resultados positivos asegurados, cuando el foco del tratamiento se relaciona con clientes educados acerca de posibles explicaciones para la EAA, alentándolos a comprender a la EAA en términos de su significado en su vida, y por otra parte trabajar en estrategias de cobertura y trascender la inevitable incongruencia acerca de la realidad objetiva de las EsAA. Por supuesto, cualquier tratamiento debería incluir una valoración completa por posibles antecedentes de condiciones que provengan de anormalidades psicológicas u orgánicas.
TEORÍAS
En nuestra discusión de potenciales factores predisponentes de las EsAA, hemos presentado un número de teorías y explicaciones. Sin embargo, otro número de teorías han sido presentadas, las que merecen una discusión.
Fraudes
La explicación de fraude sugiere que los reportes de abducciones alien no son descripciones honestas de experiencias pero sí historias hechas deliberadamente para engañar. Es asumido generalmente que la motivación para dicho engaño está en la oportunidad de recompensa monetaria o psicológica (p.e., grupos de apoyo, shows televisivos, y conferencias) al permitirse dichas historias. Sin embargo, al tomar ventaja de dichas oportunidades, el protagonista de una abducción debe hacer pública la experiencia, y el protagonista que se dirige a un público es una rareza. Es mucho más común, asegurarse el deseo de anonimato.
Por otro lado, la falsedad deliberada puede ocurrir en ausencia de incentivos normales para el engaño. El término trastorno facticio, artificial o ficticio (también conocido como hipocondría) se aplica a individuos quienes fingen enfermedad física o psicológica en donde “la motivación para el comportamiento es la de asumir el rol de enfermo”(Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 4th ed.; Asociación de Psiquiatría Americana, 1994, p. 474). Así es que, la necesidad psicológica de ser paciente es, en sí misma sintomática de un trastorno.
A pesar de algunos paralelismos con la experiencia de abducción, hay un número de características de trastorno facticio que la hacen un improbable fuente de fraude de abducción. Individuos con trastornos facticios tienen probabilidad de tener una extensa historia de hospitalizaciones o intervenciones de tratamiento; son extremadamente resistentes a abandonar el rol de pacientes; son renuentes, vagos e inconsistentes cuando se les pide proveer información en detalle. Este y otros diagnósticos diferenciales no son característicos de la vasta mayoría de protagonistas de abducciones.
Teorías psicoanalíticas y psicodinámicas
Se ha sugerido (Sagan, 1995; Vallee, 1969) que temas similares aparecen en sucesos de abducción tanto del folclore histórico (p.e., relatos de encuentros con hadas, duendes, ángeles) como contemporáneos. Algunos han argumentado que esto indica un origen común en el inconsciente humano (para una discusión de la dimensión folclórica de los episodios de abducción, ver Bullard, 1991). Un número de teorías psicoanalíticas ha sido propuesto para explicar la manifestación de dichos procesos en la EAA.
Una teoría está basada en la correlación entre EsAA reportadas y reportes de abuso infantil (p.e., Laibow & Laue, 1993; Powers, 1994a, 1994b; Ring & Rosing, 1990; Rodeghier y col., 1991). Algunos teóricos han sugerido que esta correlación refleja los abusos infantiles manifestándose como una pantalla (falsa) de recuerdos de abducción alien. Powers (1994a) sugirió que la EAA cumple esta función porque la abducción por aliens “es menos estresante que confrontar los traumas de abuso infantil perpetrado por parientes o amigos familiares” (p. 49), y “reinterpretar la experiencia [de abuso infantil temprano] como una selección con semejanza a un gran propósito [p.e., para los objetivos cósmicos de los aliens] y poder restaurar significado a sus vidas amenazadas por recuerdos traumáticos” (Powers, 1994b, p. 46).
Se han presentado teorías alternativas. Lawson (1984, 1985) argumentó que la EAA es la representación inconsciente de la experiencia de nacimiento”; Stacy (1992) sugirió que la EAA es “ un revivir de la experiencia del aborto”, y Grosso (1985) extendió las EsAA a la posición de Carl Jung (1959) de que algunos”encuentros con “platillos volantes” podrían ser una manifestación de imaginería arquetípica asociada con el inconsciente colectivo. Ninguna de estas teorías ha sido probada adecuadamente.
Finalmente Evans (1989) sugirió que algunos estados alterados únicos, podrían proporcionar material inconsciente que emerge a la conciencia en la forma de una EAA. En esta consideración, Bullard (1987) describió 11 casos (fuera de los 270 que él evaluó) que podrían relejarse como una ocurrencia. Él se refirió a estos casos como “ una abducción psíquica” durante la cual el estado alterado “podría ser un disparador de la conciencia... pasando desde el inconsciente... . El individuo se desliza en este [estado alterado] desprevenido y no preparado a creer que [esto es] responsable de la vívida y extraña pseudorealidad de la experiencia” (p. 361). Sin embargo valida la explicación de los estados alterados tal vez para algunas de las EsAA, los casos de Bullard representan sólo el 4% de la muestra. Es improbable que los estados alterados ocurran para una significativa proporción de reportes de abducciones.
Efectos electromagnéticos
Las respuestas anómalas a los campos electromagnéticos han sido sugeridas como una causa de la EAA. Budden (1994) consideró dichas respuestas como una consecuencia de reacciones alérgicas al ambiente de campos eléctricos de líneas de fuerza y equipos electrónicos. Persinger (1990) consideró a ellas como una manifestación de una actividad especial de labilidad lóbulo-temporal en respuesta a los efectos de un estrés tectónico (una condición que él defendió como una propagación de campos electromagnéticos).
Sin embargo, la presencia de dichos campos durante las EsAA no ha sido demostrada, ni la prevalencia de actividad lóbulo-temporal entre protagonistas de abducciones ha sido b establecida. Spanos y col. (1993) evaluaron la labilidad lóbulo-temporal con una subescala de 52 ítems de lóbulo-temporal del Inventario de Filosofía Personal (the 52-item temporal-lobe subscale of the Personal Philosophy Inventory), un instrumento diseñado por Persinger y Makarec (1987) especialmente para medir este rasgo. Usando los propios instrumentos de Persinger y Makarec, Spanos y col. No encontraron diferencias entre los participantes del grupo control y los protagonistas de abducciones.
Hipótesis extraterrestres (ET)
Quizá la más provocativa explicación de las EsAA es que al menos algunas de ellas son esencialmente reportes verídicos de actuales abducciones por entidades ET. Los críticos de estas hipótesis han sostenido que en la ausencia de una prueba tangible (p.e., evidencia física indisputable de contacto alien, artefactos de una civilización alien, y contacto directo de una civilización alien con autoridades) requiere que la hipótesis ET sea destituida. Sus defensores toman la posición deque una interpretación verídica de la EAA es consistente con sus características reportadas. Además, ellos puntualizan en la consistencia de los acontecimientos, puntualizando en su muy específicos detalles. Por ejemplo, Jacobs (1992) consideró “la más fuerte evidencia presentada [siendo]... la congruencia de la narrativa y la riqueza de los detalles exactos” (p. 239). En una vena similar,, sobre la base de análisis exhaustivos de contenido de la EAA, Bullard (1987) concluyó que “ni un accidente, fraude o azar, o fantasía puramente personal podría explicar razonablemente tanta consistencia a lo largo de este regular cuerpo de reportes” (p. 353). En su más reciente análisis, Bullard (1994) notó que los prominentes y oscuros elementos de la EAA son consistentemente reportados por los investigadores: “el rango de las diferencias entre los mayores rasgos y los modelos principales es realmente estrecho... . Los reportes de abducciones parecen converger hacia una unidad de contenido independientemente del investigador” (p. 615).
Aunque la consistencia está bien documentada, la fuente de dichas consistencias es aún sujeto de debates. Por ejemplo. Kottmeyer (1989) sostuvo que la producción de fantasía podría fácilmente perfilarse sobre de lectura disponible en la cultura media popular. Previamente, hemos citado los datos que implicarían que las narrativas que circulan ampliamente en la cultura podrían tener similitudes con los acontecimientos de los reportes de abducción. Otros argumentos que se han erigido en apoyo de una interpretación verídica de las EsAA incluye testimonios corroborativos de niños pequeños (Hopkins, 1994) y de múltiples protagonistas describiendo su participación en el mismo evento de abducción (Haines, 1994). Sin embargo, Ceci, Loftus, Leichtman, y Bruck (1994) citaron una evidencia corporal mostrando que los niños son particularmente susceptibles a atribuciones falllidas de información proveniente de otros como su propia experiencia, el error de múltiples participantes en una abducción común puede ser en mucho, un asunto que debe resolverse por la metodología de un detective así como por científicos o clínicos. De alguna manera, el debate que rodea la veracidad de dichas experiencias no es tan simplista como podría imaginarse y está más allá del alcance de este capítulo. Aquellos interesados en examinar esta controversia en gran profundidad deben referirse a Apelle (1996).
PROBLEMAS METODOLÓGICOS
El fenómeno de la EAA no sufre de una falta de hipótesis pero sí de una falta de investigación persuasiva. Muchos teóricos tanto los parsimonistas como los objetivos están avanzando hacia la explicación de la EAA. Pero ninguna de estas teorías han sido apoyadas por la literatura o han sido adecuadamente estudiadas. Indudablemente, los problemas metodológicos en esta área son legión. Así como notamos previamente, muchos de los estudios revisados se apoyan en ejemplos muy pequeños y análisis retrospectivos de datos biográficos. Ellos no usan entrevistas estandarizadas o procedimientos de prueba con propiedades psicométricas establecidas y son por consiguiente vulnerables a potenciales prejuicios de los expertos. Ellos también no tienen cuidado de establecer la existencia de trastornos psicológicos o diagnósticos psicológicos por procedimientos viables. Además no está siempre claro si las personas que son incluidas en un estudio particular tienen una clásica experiencia de abducción o simplemente han tenido la experiencia de ser testigos de un OVNI o un alien.
Aparte se unos pocos estudios sobre la prevalencia de las EsAA hechos por investigadores de campo, así como los estudios conducidos con poco o ningún rigor metodológico, muy poco es conocido acerca del número y naturaleza de las personas que presentan EsAA en la comunidad psicológica general y en la población en general. Virtualmente no se conoce si las personas que se presentan a su terapeuta con experiencias consistentes con las EsAA o quienes reportan un formato pleno de narrativas de EAA son representativos de la población de personas quienes han tenido EsAA dentro de la comunidad general.
Las preguntas que se erigen acerca de la validez de las respuestas de los protagonistas de EsAA apuntan a medir la relevancia de las diferentes explicaciones de la experiencia de abducción.
Una vez que ellos declaran haber tenido experiencias de EsAA, los protagonistas de abducciones pueden ponerse a la defensiva o estar altamente comprometidos en sus creencias y su estatus de “abducidos”, lo cual pueden engendrar desvíos en sus respuestas que distorsionen sus puntajes en las mediciones de psicopatología, tendencia a la fantasía, y escalas de hipnotizabilidad.
Puede ser algo importante estudiar las circunstancias únicas y las autorepresentaciones relativas a los protagonistas de la EAA quienes son enfrentados con mediciones que podrían potencialmente desacreditarlos o invalidar su propia presentación en vez de estudiar la naturaleza de sus experiencia.
Desafortunadamente, aún no hay estudios que manejen las características distintivas de un escenario experimental y de la forma en que las escalas experimentales son presentadas a los protagonistas de EsAA. Si las autorepresentaciones involucradas fueran exaltadas en los reportes de los protagonistas de abducciones para los investigadores, entonces las respuestas a las mediciones como tendencia a la fantasía podría esperarse discrepancias como una función de que los participantes fueron informados de la escala en la que fueron medidos (p.e., sicopatología vs. Imaginación). Es claro que las escalas con validez y sutileza establecida indican que pueden detectarse juegos de respuestas específicos, así como una tendencia a negar o minimizar síntomas, podrían incluirse en los estudios en los estudios de los protagonistas de abducciones.
Varios teóricos han enfatizado el rol de la terapia y los terapeutas en la producción de reportes de EAA. Sin embargo, sabemos poco acerca de cómo los terapeutas manejan actualmente dichos reportes y a los protagonistas de abducciones en situaciones terapéuticas. Porque el uso de hipnosis es a menudo sobreimpuesto en la extensa dinámica de la psicoterapia, el rol específico de la hipnosis en el tratamiento no ha sido aislado. Una investigación conducida en esta área debe considerar tanto las percepciones como los comportamientos del cliente y el terapeuta en un informe completo de lo que se desprende en la psicoterapia. Este es un esfuerzo complejo y desafiante.
CONSIDERACIONES
En una revisión de la literatura sobre la EAA, a menudo aparece que lo parsimonista es mucho mas acreditado que el criterio en contra de las explicaciones de la EAA cuando son comparados. La parsimonia es un valor del desarrollo y el peso de las hipótesis, pero no es, como algunos de los teóricos de la EAA podrían pensar, la defensa definitiva de una hipótesis. Esto debe establecerse a través de un proceso de prueba. Así es como la literatura de la EAA ha establecido la validez o falsedad de cualquier hipótesis en desarrollo.
Se ha sostenido que no hay una explicación simple ya considerada para la EAA porque el fenómeno es multicausal, y la EAA en general, puede ser explicada considerando todas las prosaicas explicaciones en su forma más completa. Por ejemplo. Si sólo un reporte de abducción es falso y solamente son el resultado de patología, fantasías, anomalías del sueño, y demás en su totalidad, esta explicación dispar puede constituir una explicación completa (p.e., informes de todas las variaciones en los datos). Sin embargo, los datos existentes sugieren que cada explicación, por sí misma, puede ser considerada solo para una limitada proporción de todos los casos, y que aún en el agregado, ellos fracasan en llegar a una completa explicación.
La noción de que la EAA es multicausal nos guía a una posibilidad adicional: a saber, que se requiere una constelación de factores presentes en un individuo (p.e., una persona debe tener tanto tendencia a la fantasía como un trastorno del sueño). Aunque esta aproximación puede también fracasar en proveer una completa explicación, hay mucho que aprender en estudiar la interacción de variables. Esta aproximación sinérgica podría examinar que la combinación de variables o mediciones, y que las circunstancias específicas, son más efectivas en predecir los reportes de EAA. La tendencia a la fantasía, por ejemplo, podría no ser una variable relevante a menos que esté combinada con alta sugestionabilidad en el contexto de una persona que cree que los alienígenas abducen regularmente a los humanos, que tiene experiencias de sueño anómalas, y que busca a un terapeuta que refuerce la creencia de que dichas experiencias pueden ser informadas en los términos de un escenario de abducción.
Las teorías disponibles de las EsAA deberían ser consideradas como provisionales e incompletas. Se podría cuestionar mucho de una teoría o de una combinación de variables identificadas como datos de acontecimientos por los detalles, riqueza, y aspectos idiosincráticos de una EAA individual. Al mismo tiempo, no todas las hipótesis permanecen siendo tan viables como otras, o son fuertemente sostenidas por evidencia empírica. Por ejemplo, nuestra revisión encuentra solo un mínimo sostén de ciertas hipótesis como la del déficit de personalidad fronteriza y la relación entre las EsAA y la sicopatología. Por otro lado, la hipótesis de que las EsAA están asociadas con influencias del medio, guiones culturales, expectativas, y las influencias formativas de los procedimientos sugestivos merecen atención por la considerable base de datos documentando el rol influenciante de estas variables en la extensa literatura psicológica.
Si las hipótesis ofrecidas hasta ahora, no pueden explicar completamente la EAA en términos prosaicos, deberían ser requeridas explicaciones más esotéricas. Lo más prominente en esto es que la EAA es verídica. Pero aquí nuevamente, no hay evidencia sólida que sostenga esta explicación. Y en ausencia de dicha evidencia, el debate sobre la credibilidad produce tirantez en muchos frentes. No obstante, podríamos hacer bien en tener en mente la definición de Meachan de “sabiduría” (citada en Seppa, 1997, p.9) y “mantener la actitud de que el conocimiento es falible y esforzarse en lograr un balance entre el conocimiento y la duda”. Respecto a esto, el estudio de las EsAA podría hacernos a todos un poco más sabios.
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