SEPARANDO LAS AGUAS: ENTRE LA CONTENCIÓN HUMANA Y LAS EVIDENCIAS CONSTATABLES

Estimados:

Voy a establecer una distinción que me parece apropiada y lo voy a hacer por única vez. 

Ya lo he dicho en algunos programas claramente y más de una vez cuando se trató el caso de Dionisio Llancas. El trabajo de Lorena Sciarrata en Café Ufológico Rosario en buscar y encontrar a Dionisio fue una labor titánica cuyo resultado fué lograr que Dionisio cuente su historia y el sufrimiento que atravesó durante todos estos años. También ayudó a concientizar que algunas técnicas de investigación llega a extremos absolutamente perjudiciales en su accionar. Un ejemplo de ello es la administración de pentotal sódico a Dionisio con el uso combinado de sesiones e hipnosis (una combinación explosiva, que ademas de distorsionar la experiencia, somete al testigo a un estado de confusión y sufrimiento no justificable). Los responsables de este desatino. los doctores Eduardo Mata y Eladio Santos, los directores del equipo de trabajo son en parte responsables a mi entender, del infierno desatado en la vida de Dionisio, junto quizá y sobre todo en los últimos meses antes de su muerte,del desinterés y la malicia de sus familiares (golpe final para Dionisio) que obtuvo contención y un inmeso apoyo en la mismísima Lorena Sciarrata y otros miembros del café ufológico Rosario.

Ahora bien, dicho esto y en honor a la verdad, las entrevistas actuales, previas a su deceso y el relato del propio Dionisio, del calvario vivido todos estos años, no aportaron ninguna evidencia contundente de la realidad de los eventos ocurridos aparentemente  el 27 de octubre de 1973. No hubo técnicas específicas (visibles al menos en el material de video en sus entrevistas) de entrevistas  ni un desarrollo investigativo tendiente a comprobar la veracidad de los eventos. No hubo consultas de profesionales de la salud ni referencias a las investigaciones previas del caso.

No se trató en todo caso de una profundización investigativa, sino más bien de un excelente y muy humano trabajo de contención emocional, pero no un trabajo de investigación tendiente a refutar los desarrollos investigativos realizados por diversos autores pertenecientes a grupos de trabajo ufológico de la época (al menos no con un argumento de peso válido).

Hablamos de detractores y los hay, de personas que emitieron juicios descalificativos deplorables de caracter personal hacia el grupo humano que ha presentado las entrevistas a Llanca (Café UFO Rosario). Pero la verdad es que ese calificativo no se puede adjudicar alegre e indiscriminadadamente a aquellos, que luego de leer atentamente los informes (ninguno de nosotros contaba con la edad de iniciar una investigación en el momento de los hechos) y sopesar los testimonios de varios investigadores y un conjunto de profesionales médicos acerca del nivel de veracidad de Llanca en su relato lo ponen en duda sanamente.

 Tenemos el derecho a opinar y disentir, y de manera respetuosa agrego, que bien vale la aclaración. Esto no debe ser una imposición dictatorial a sostener el relato "oficial" de un café, de una persona o de un grupo, sino el pleno derecho democrático e intelectual y la perrogativa de estar amablemente en desacuerdo.

Muchos hemos vivido esa demagogia tendiente a atacar o silenciar el disenso, empleando las mismas herramientas injustas de las que nos quejamos cuando las mismas provienen de otros. O tenemos que tolerar en los muros individuales de Facebook, comentarios insidiosos y de marcada agresión ideológica, de alguna persona particular, sin haber iniciado uno de ningún modo acción alguna ni declarar falta alguna a algún otro con nombre y apellido.

Es por eso que decido siempre responder a esos ataques injustificados, y no provocados, y luego dar de baja a esa persona o personas de mi muro. Me he hartado de poses moralistas o ideológicamente reivindicatorias de actitudes o posiciones que uno nunca esgrimió.

Basta de cafés ufológicos, de críticas al propio temperamento o modo de expresión individual, de juicios pelotudos e innecesarios al modo de ser, de investigar, de trabajar y de opinar del que suscribe. Y sobre todo seguiré con la libertad de decidir a quien quiero en mi ámbito y a quien no. No voy a cortar la bocha como dicen algunos sin saber porque afirmo lo que afirmo, y solo gratuitamente señalar posturas con un aparente aire de superioridad moral y espiritual que no se demuestra con los actos. Yo nunca olvido quien me ayudó cuando otros inventaban excusas, pero no permito lo que no sirve en mi vida.

Hay un dicho que aconseja sabiamente. "no vivas dando tantas explicaciones: los amigos no la necesitan, los enemigos no las creen y los pelotudos no las entienden".

Y finalmente algunos criticamos la falta de seriedad científica en las propuestas de otros investigadores y a la hora de la verdad, pero aceptamos el bajo nivel de prueba de un caso como el de Llanca.

Personalmente no creo en la mentira intencionada de Dionisio, pero la fabulación y un estado confusional potenciado con administración de drogas e hipnosis, llevan a producir facilmente un nivel de sugestión y direccionamiento de un relato sostenido más por la necesidad del equipo investigativo original que por motivación y detallismo del propio Llanca. Esto lo hemos discutido más de una vez, hablando de las falsas memorias inducidas por el uso de hipnosis, si le sumamos el uso del pentotal, tenemos el combo ideal, la tormenta perfecta.

Se ha defendido el valor profesional de la psicología, la salud mental, la medicina y la ciencia en algunos programas. Que haremos cuando conozcamos o refresquemos los testimonios de peritos, profesionales médicos psiquiatras y psicólogos (algunos de los cuales han obrado de manera imprudente y antiética para con el paciente o sujeto) pero no así el resto de los profesionales que evaluaron de manera concienzuda la validez de Llanca como "testigo calificado".

Veamos un extracto de los testimonios de los profesionales intervinientes en el affaire Llanca. Para ello tomaré solo dos fuentes seleccionadas de un conjunto muy interesante de investigaciones realizadas EN LA ÉPOCA DEL EVENTO.

1) Villa Bordeu (BA): El affaire Llanca, de un muy buen y maltratado investigador que tuvimos el lujo de tener en aquella época ( a mi entender por supuesto, en el de muchos otros). Roberto Banchs

2) El Caso Dionisio Llanca: revisión e informe final de Guillermo Roncoroni del CIUFO.

Una extensión del informe Roncoroni y la inclusión de grupos de investigación de Bahía Blanca coincidentes con lo que sostiene este informe, serán publicados a futuro en mi libro, donde extenderé y definiré mi impresión final del caso.

Esto  CLARAMENTE no invalida la calidad de ser humano sufriente y víctima de un procedimiento investigativo muy mal llevado, pernicioso e incluso bordeado los límites de lo legal. Pero sí permite evaluar los resultados de las pericias y colocarlo a disposición del público para su consideración.


EL RELATO

Dionisio Llanca es un camionero nacido en Ingeniero Jacobacci, RN, el 1° de enero de 1948, quien contó que, cambiando una rueda de un camión, en la ruta nacional 3, a unos 17 (o 19) kilómetros de Bahía Blanca, había tenido contacto con tres seres supuestamente extraterrestres.

 El sábado 27 de octubre de 1973 Llanca se levantó tarde de dormir, ambuló por la modesta casa pintada de verde y por la calle Chubut, un barrial ubicado a diez minutos del centro urbano, y dice haber hablado de asuntos triviales y cotidianos con su tío político Enrique Ruiz. Almorzó y se echó a dormir la siesta porque tenía que manejar durante la noche. Se despertó cerca de las seis de la tarde y se instaló frente al televisor viendo una serie policial. A las diez de la noche cenó con su tío un bife, una ensalada y un jugo de frutas. Unos minutos más tarde de la medianoche Llanca se puso la campera, dice haberse despedido de su tío y se dirigió a su camión Dodge 600 que tenía estacionado a ocho cuadras de su casa, debiendo conducirlo hasta Río Gallegos, en un monótono viaje de dos días. Llanca se dirigió entonces a una estación de servicio a cargar combustible. Allí descubre que la rueda trasera-derecha estaba bastante baja y perdiendo aire.

A pesar de sus doce años -según dice- al volante de camiones (¿¡tendría 13 años cuando comenzó en este oficio!?), y de hallarse abierta una gomería a unos 200 metros del lugar, inexplicablemente, decide sin motivo aparente continuar viaje y cambiarla sobre la ruta, durante las horas de la noche, pues la cámara del pesado vehículo no demoraría en estar completamente desinflada. 

Y así fue como el camión empezó a bambolear sobre la ruta. La goma estaba pinchada. Habían transcurrido apenas 45 minutos, y se encontraba a unos 17 km al oeste de Bahía Blanca (Km. 705), a un costado de la ruta nac. 3, en un paraje donde hay un bosquecillo y una porción de agua estancada. A pesar del frío de la madrugada, ya que eran la una y quince del domingo 28, decide bajar provisto de las herramientas necesarias para cambiar la rueda. La ruta -afirma- estaba desierta.


              Vista
del lugar donde se habría estacionado D. Llanca         El Cholo. Lugar de referencia de la supuesta abducción


Se encontraba en plena tarea, cuando el camino se iluminó en dirección a la ciudad de Bahía Blanca, con una intensa luz amarillenta que parecía estar localizada a unos dos mil metros. Le llamó la atención, pero por el color pensó que eran los faros de un automóvil Peugeot y siguió trabajando. Pasaron unos segundos. Llanca estaba de espalda a la luz y cree recordar que la misma se tornó intensamente luminosa, capaz de cegar lo por un instante. Ya no era amarillenta, sino azulada. Estaba de rodillas e intentó alzarse, pero no le respondían sus fuerzas. Le había invadido una sensación de desgano. A pesar, atinó a darse vuelta y mirar hacia la arboleda que estaba a un costado del camino. Entonces vio un objeto de grandes dimensiones, con forma de plato, suspendido en el aire, a unos siete metros de altura, y tres personas a sus espaldas que le miraban fijamente. Otra vez intentó levantarse, pero fue en vano. El decaimiento era total, y se dio cuenta que ni siquiera  podía hablar.

Las tres personas estuvieron mirándolo unos cinco minutos. Eran dos hombres y una mujer. Ella estaba en el medio de los dos hombres. Todos eran rubios y los varones estaban peinados para atrás. Los tres tenían la misma altura, un metro setenta o setenta y cinco, y vestían de igual manera: buzos enterizos color gris plomo muy ajustados al cuerpo, botas tres cuartos color amarillo y guantes largos del mismo color. No tenían cinturones, ni armas, ni cascos, ni nada más.

Sus rostros no se diferenciaban del de los humanos, pero tenían frente muy despejada y ojos rasgados, un poco saltones; semejantes a los personajes de historietas. Hablaban entre ellos en un lenguaje incomprensible; no empleaban vocales y sonaba “como una radio mal sintonizada, con chillidos y zumbidos”. Uno de ellos tomó del cuello de la campera a Llanca y lo alzó con firmeza, pero sin violencia. Mientras el que lo había levantado lo sostenía, el otro individuo masculino le puso un pequeño aparato en la base del dedo índice de la mano izquierda. Se lo aplicaron unos segundos, sin dolerle. Cuando se lo retiraron, tenía dos gotas de sangre en el dedo. En ese momento dice haber perdido el sentido, cree haberse desmayado.


El protagonista despierta, se encuentra tirado junto a unos vagones, dentro de los corrales de la Sociedad Rural de Bahía Blanca, exactamente a nueve kilómetros seiscientos metros del punto donde se produjo el encuentro. Caminó sin rumbo preciso, aunque siguió la ruta. No recordaba ni su nombre, ni el episodio, ni el camión, ni su domicilio, sin embargo, calcula con exactitud que eran las tres de la madrugada, advirtiendo además que había extraviado su reloj. Estaba mareado y tenía frío.

Fue entonces a la comisaría de Bahía Blanca, balbuceando frases incoherentes respecto al problema que había tenido. Como el personal policial no quería perder tiempo tramitando su detención, dado el aparente estado de ebriedad en que se hallaba, no le dispensa mayor atención.

A las 7,30 horas Llanca ingresó al Hospital de Bahía Blanca y recién al día siguiente parece haber recordado lo sucedido, notando que además del reloj, le faltaba el encendedor y los cigarrillos. No obstante, en el bolsillo del pantalón conservaba el dinero que llevó al salir. Preguntó por su camión y le dijeron que la policía lo había encontrado estacionado sobre la banquina con el gato puesto y una goma lista para ser cambiada. En la guantera, intactos, estaban los documentos.

 

EL PERITAJE MÉDICO-PSICOLÓGICO


En la hoja 103 del libro de entradas de la guardia del hospital se lee: “Nombre: N. N. Lugar del accidente: ruta Nro. 3, detrás de El Cholo. Causa: dice que una luz muy fuerte lo encegueció, que era un plato volador, y no recuerda más. Vio dos hombres y una mujer muy rubios. Lesiones: traumatismo de cráneo, frente temporal derecho con amnesia total”.

Dionisio Llanca es examinado luego por el traumatólogo y forense Ricardo Smirnoff, quien dice que el sujeto “no presenta lesiones visibles, pero se resiste a que le toquen la cabeza, como quien tiene allí localizada una profunda dolencia. Apenas son percibidas unas casi inadvertidas excoriaciones sobre el párpado izquierdo”.

En la tarde del día 29 se recupera y accede a someterse al pentotal, intentando establecer así lo sucedido en esas horas. Sin embargo, se va del hospital y regresa a la casa de su tío, ubicada en la calle Chubut al 1600. Preso de ansiedad por unas pesadillas que afirma padecer, se dirige al psiquiatra Eduardo Mata en busca de ayuda. Se produce una segunda pericia a manera de internación sugerida por Mata, y esa noche, éste convoca a un grupo de profesionales, médicos y psicólogos. Se le administran algunos test y el camionero dibuja los extraños ocupantes del plato. Finalmente, se le practica un electrocardiograma y el camionero vuelve a la casa del tío, con el compromiso de presentarse en el consultorio del médico Mata en la noche del 6 de noviembre. Pese a lo convenido, no cumple con la cita y los profesionales deciden llegarse hasta su vivienda de la calle Chubut. Dionisio había cenado abundantemente y tomado unos vasos de la providencial bebida que honra a su nombre (Dionisos, dios griego del vino). Esto impide que se le administre pentotal, pero, en cambio, se realiza la primera sesión de hipnosis.

El plantel estaba dirigido por Eduardo Mata y Eladio Santos. En esa primera sesión, muchas preguntas llevaban implícita la respuesta de Llanca, quien habría manifestado:

“Subo con los dos hombres por un rayo de luz. El piso es como plomo, plateado, hay una sola venta

na, redonda. Parece un barco. Hay muchos aparatos, muchos, hay dos televisores, una radio. En uno de los televisores se ven las estrellas. Me habla la radio, en castellano (español), y me dice que no tenga miedo, que son amigos, que vienen desde hace mucho tiempo... No dijeron de dónde venían porque eso era un secreto para ellos... Ellos han hablado con otros hombres de la Tierra desde el año 1950... Quieren saber si podemos vivir en la Tierra con ellos... Arriba de una mesa tienen un encendedor, junto con el reloj y un paquete de cigarrillos... La mujer se pone un guante negro, con unas tachuelitas en la palma; se acerca, me toca... Caigo, caigo lentamente en un potrero. Ellos me han dicho que volverán a buscarme porque soy un buen muchacho... Siento frío. Llego a la ruta y empiezo a caminar... ¿Quién soy?, ¿quién soy?”.

A esta primera sesión de hipnosis le sucederán otras dos y una de pentotal. Todo lo dicho por este único testigo y protagonista del suceso ha sido registrado en varias horas de grabación, pero reservadas. A excepción de la primera, en cada una de las sesiones, el camionero parece repetir exactamente lo mismo, como un calco.

Sentado en el centro del recinto, Llanca dice haber visto frente a él un instrumen- tal o tablero. Tiene una palanca hacia su mano izquierda. Otra mira a través de esa mampara vidriada, hacia donde se ve el firmamento estrellado, ubicado a la izquierda del protagonista. Hay dos pantallas también a su izquierda donde se observan las estrellas de colores, que él dibuja en trance. La mujer está a su derecha moviendo otro instrumental en una gran mesa y oficia de asistente.

Pasan unos minutos y por debajo del navío ve desplegarse (NdR: ¿desde esa perspectiva?} dos mangueras o cables flexibles, uno tomando contacto con el charco de agua y el otro con un cable de alta tensión.

Posteriormente -siguiendo el relato del camionero- la mujer se quita el guante de su mano derecha y se coloca uno negro que tiene punzones en la palma, y al instante de intentar colocarlo en el temporal de Llanca, le pega en raro movimiento en el arco superciliar izquierdo produciéndole al pobre testigo un pequeño hematoma. Luego lo coloca certeramente en la cabeza del protagonista.

Después de una hora, aproximadamente, se abren las compuertas del navío espacial y lanza un haz de luz, colocando a Llanca con suavidad en el suelo de los corrales de la Sociedad Rural, entre varios vagones estacionados, en las vías del Ferrocarril Roca.

Se le administran pruebas de capacitación, y en ellas Llanca revela una aptitud mental muy escasa. Una batería de test los toma en Bahía Blanca la licenciada en Psicología Nora Milano, y los continúa en Buenos Aires el doctor en Psicología Héctor A. Solari, indicando todos ellos una psique de nivel muy bajo, sugiriendo que Llanca no sería capaz de inventar, o narrar, por sí solo una historia tan compleja como la expuesta.


LA INVESTIGACION

El testimonio de Dionisio Llanca se sustenta en que habría contado -bajo sugestión hipnótica y narcoanálisis-, desde la segunda sesión, siempre la misma historia y repitiéndola casi mecánicamente, aunque empleando un lenguaje limitado y desprovisto de recursos expresivos.

Las circunstancias descritas, desde luego, no llegan a configurar una prueba definitiva de la presunta autenticidad. Por el contrario, sumados a los datos obtenidos a través de una indagación racional, han permitido elaborar unas hipótesis interpretativas del resonado caso de Villa Bordeu. Estas son algunas de las consideraciones a tener en cuenta:

1.- Las declaraciones de D. Llanca indican que su viaje a Río Gallegos estaba previsto y que su tío Enrique Ruiz se hallaba enterado por anticipado del proyectado viaje. No obstante, éste niega dicha versión y señala que no tenía conocimiento de que su sobrino tuviere pensado hacer un viaje esa noche. Grande fue su sorpresa al levantarse y hallar una nota que decía haberle salido un viaje urgente, de improviso.

 2.- Llama la atención que el lugar precisado como el lugar del encuentro, y ulterior abducción, sea frecuentado por camioneros que acostumbran pasar la noche allí, más aún los fines de semana. Curiosamente, Llanca declara no haber detectado la presencia de persona alguna o vehículo en el área.

3.- En la situación en que Llanca había “despertado” fuera del camino, ignorante de quién era, qué hacía, etc., recuerda a pesar de todo, que había perdido su reloj y que eran las tres de la mañana. En tanto, Llanca parece haber caminado en estado de confusión mental varios kilómetros hasta la ciudad.

4.- El médico Ricardo Smirnoff manifestó su contrariedad por la desmedida publicidad que se le había dado al caso, puesto que no estaba científicamente comprobado, estimando conveniente efectuar nuevas sesiones de hipnosis, pues las mismas no fueron efectuadas correctamente. Citó como ejemplo la cantidad de preguntas inducidas o tendenciosas que fueron formuladas en las distintas sesiones.

Por su parte, el Dr. García del Cerro -otro de los facultativos que intervinieron en esa primera investigación-, expresó tener grandes dudas sobre el testimonio de D. Llanca, aunque prefirió reservar sus motivos. La psicóloga Nora Milano coincide con Smirnoff al afirmar también que los interrogatorios fueron mal llevados y que una reconstrucción hecha bajo hipnosis, le dio “la impresión de haber sido ensayada”.

5.- Poniendo en relieve sus singulares dotes de simulador, en ocasión anterior al suceso, Llanca fingió ser mudo ante unos estudiantes de la Universidad del Sur, en Bahía Blanca, logrando que le costearan varios almuerzos y desayunos. Se hallaba entonces con una venda en la garganta y comenzó un diálogo mediante papeles escritos, haciéndoles saber de su lamentable condición, mencionando haber sido operado por un médico en el Hospital Militar. Cuando los incautos estudiantes efectuaron algunas diligencias para localizar al galeno, el buen señor Llanca simplemente desapareció de escena. “Aparentemente, dicho médico existía sólo en la imaginación de Llanca”, expresó el joven Alberto Cordero.

6.- La noche del martes 3 de abril de 1974, recién llegado de Comodoro Rivadavia, Llanca apareció en un restaurante ubicado entre las calles Thompson y Donado, de Bahía Blanca, manifestando en la oportunidad que “el 80% de lo que dijeron las revistas era falso”. En tanto el médico García del Cerro afirmó que lo publicado se ajusta a lo testimoniado por Dionisio Llanca...

7.- La comisión policial halló abandonado el camión de Llanca en el lugar indicado  y las huellas de sus neumáticos al apartarse de la ruta y detenerse en la banquina embarrada, así como algunas huellas de pisadas que correspondían en su totalidad  a Llanca, pero ningún indicio de la presencia de otros individuos en el sitio preciso.

8.- Según se afirmó en la oportunidad, esa noche se produjo un aumento desmesurado en el consumo de energía eléctrica, cuando lo que ocurrió en realidad fue un fallo en el suministro, originado por un cortocircuito en la subestación de Ing. White, situada a unos 25 km al este del lugar donde, presuntamente, el “ovni” había tomado contacto con los cables de alta tensión.

9.- En marzo de 1976 Dionisio Llanca estuvo en Buenos Aires diciendo que había tenido un nuevo contacto con los tripulantes del plato volador, quienes vendrían a buscarlo en unos días, en Monte Grande. Nada se supo al respecto, pero sí que Llanca continuó rondando por varios lugares del país, internado durante algún tiempo en el Hospital Neuropsiquiátrico de Rawson, Chubut.

10.- A pesar que el pretendido testigo fue deliberadamente escondido en varias ocasiones “para no interferir en las investigaciones”, de los estudios psicológicos sólo se informó que el sujeto acusaba un nivel de psique muy bajo como para urdir semejante historia (sic). Sin embargo, lo que no se había revelado claramente es que esos test indicaban sin lugar a dudas que Dionisio Llanca padece “una debilidad mental bien definida” y “signos comiciales de una evidente falta de sinceridad”.

11.- Trascendidas las conclusiones del estudio psicoclínico efectuado el 31 de julio de 1974, en Buenos Aires, por el psicólogo Dr. Héctor A. Solari (M.N. 246), profesional interviniente, señalan que: “Las pruebas psicométricas y proyectivas confirman lo presupuesto en la entrevista clínica, D. Ll. presenta una personalidad de tipo epiléptica, con ciertos rasgos de índole histérica. Sus mecanismos de defensa en cierto modo estereotipados son la negación y la represión. D. Ll. transita dentro de un círculo vicioso de inseguridad y temor que alimenta, a su vez, su agresividad y hostilidad hacia el medio ambiente, impidiéndole establecer buenas relaciones interpersonales”. Y finaliza: “En cuanto a la investigación del hecho ocurrido en Bahía Blanca, sin dudar o no de lo relatado por D. Ll., en mi consideración el testigo no es hábil como tal”; aconsejando “a nivel asistencial, la posibilidad de encarar una terapia farmacológica y psicoterapéutica adecuadas”.


CONSIDERACIONES FINALES

Debemos mencionar a las primeras investigaciones que alertaron sobre la proba- ble mixtificación del episodio, formulada por Daniel Dimieri y Horacio Alaimo, de Bahía Blanca; y a la más reciente realizada por Guillermo Roncoroni, de Buenos Aires, las cuales han permitido -en ambos casos- ampliar y corroborar aquellas sospechas.

Lo expuesto hasta aquí se constituye, pues, en prueba suficiente para descalificar al único testigo y protagonista del caso y, como consecuencia reducir a la minina expresión la fiabilidad del testimonio ofrecido.

A pesar, hemos de considerar seguidamente tres aspectos fundamentales de la investigación, de los que pueden desprenderse algunas hipótesis explicativas:

a)   La lesión cerebral: En el primer informe que hemos publicado denunciamos que Dionisio Llanca tenía una lesión cerebral que jamás había sido revelada por quienes abordaron el caso apenas ocurrido. Ante nuestra inquisitoria, se nos adujo que “¡fueron los extraterrestres quienes se la produjeron con el guantazo!”. Sin alcanzar a comprender cómo era posible que semejante aspecto de la investigación no fuere considerado, hasta silenciado, sólo se adujo que “este tema es también muy difícil de encarar...” (¿!), agregando que tal lesión, en el lóbulo temporal derecho, se produjo en extrañas circunstancias (2).

Sin embargo, no hay indicios firmes de que la lesión haya sido provocada (pudiendo ser congénita) y, menos aún, por los ocupantes de la nave. Si se pretende explicarlo de este modo, recordemos que el hematoma que supuestamente le ocasionaron a Llanca se encontraba en el arco superciliar izquierdo, en la zona del lóbulo frontal, y difícilmente pudo haber repercutido sobre el temporal derecho, situado en otra región craneana. En cambio, la versión que aporta Roncoroni señala que se trataba de una lesión cerebral cruzada localizada en el lóbulo occipital, remitiéndose al testimonio que habría ofrecido uno de los facultativos. A ese respecto, hemos de describir los signos fundamentales de las lesiones localizadas en esta área. Tales lesiones suelen provocar trastornos de tipo visual, tales como alucinaciones visuales de centelleos, bolas o puntos luminosos. Al lado de los sensovisuales existen alteraciones psicovisuales cuando se afecta, en particular, la cara externa del lóbulo occipital. Se origina entonces una ceguera psíquica: el sujeto ve a los objetos, pero no los identifica. La presunción de este síndrome en Dionisio Llanca se muestra llamativa y propondría un replanteo sobre la generación de los hechos.

b)  El coeficiente intelectual: Otro de los factores que respaldan ese argumento es el grado de inteligencia, o coeficiente intelectual (CI) pobrísimo que presenta Dionisio Llanca: se encuentra en el límite de la deficiencia mental.

Lo importante por destacar es que, cuanto menor es el CI, menos confiable ha de ser la opinión del sujeto, porque el juicio o valoración sobre los objetos y situaciones (la realidad perceptual) son apreciados y comprendidos por él a través del prisma de su capacidad intelectiva. De ahí que se admite científicamente que el individuo con bajo coeficiente es proclive a la fabulación, al situarse más distante de la realidad que lo circunda.

En tal sentido, es probable que D. Llanca acuse un nivel intelectual muy bajo como para urdir conscientemente y por sí solo semejante historia. Pero lo más notable sea quizá que un sujeto con tal dotación mental, jamás habría podido observar y describir tan abundantes y ricos detalles de su experiencia.

 Caben estas explicaciones para la aparente incongruencia:

 l. la inducción de situaciones imaginarias -consciente o inconsciente- mediante la técnica de introyección psíquica por parte de otras personas, antes o durante las pruebas hipnóticas. Al parecer, es factible crear en la psique de un individuo una historia que tendrá que contarse de nuevo únicamente en estado hipnótico. Por ejemplo, por “inducción psíquica” a través de medios audiovisuales (un “buen dibujante” que construyó una secuencia gráfica del suceso, pudiere haber ayudado a fijar en la mente de Llanca lo que luego habría descripto o repetido).

 2. la creación de fantasías oníricas, exclusivamente en el ámbito del testigo. Es posible que Llanca tuviere un paroxismo parcial, conforme a lo que revela el psicodiagnóstico anteriormente citado (punto 11, personalidad de tipo epiléptica, etc.), de características sensitivas e ideativas. O bien, que Llanca haya sufrido inicialmente un trastorno visual provocado, quizá, por un golpe accidental mientras cambiaba la rueda al momento de observar “la luz amarilla que avanzaba por la ruta”, cuyo origen pudo ser los faros de un automóvil. Víctima de un estado de profunda confusión mental, fue presa de sus propias fantasías y temores, y de las ajenas, con la añadición y deformación de toda una historia con extraterrestres. 

c)   Hipnosis y narcoanálisis: Lo que ha procurado darle fuerte sustentación al incidente fueron las declaraciones de Dionisio Llanca hechas bajo hipnosis y pentotal que, como la ciencia lo afirma, son de acuerdo a la verdad concebida por el sujeto, ya que difícilmente (aunque no es imposible) se podría mixtificar bajo sus efectos. Así es como en muchos casos refleja la realidad de los acontecimientos, pero no siempre. Precisamente, uno de los factores que estimulan la creación de fantasías oníricas es este tipo de pruebas. Incluso, parece probable que quienes presentan lesiones como las descritas y, todavía, con un bajo coeficiente (CI), se encontrarían más propensas a alucinar objetos y situaciones.

A esto debe sumarse también que para la realización de las pruebas se han empleado algunos especialistas vinculados previa y favorablemente al tema ovni, lo que implica un convencimiento de los propios hipnólogos a través de sus deseos o convicciones. Quieren de este modo un resultado afirmativo e inducen la respuesta. Asimismo, cualquier persona sometida a una presión psicológica a cargo del agente, por zafarse de esa presión, puede narrar hechos que nunca ha visto experimentado.

Por las razones apuntadas, las confesiones o declaraciones efectuadas bajo hipnosis no son válidas en ningún tribunal, como tampoco lo son las que se producen estimuladas por cualquier tipo de drogas (pentotal, thionembutal, etc.).

En suma, el valor de las drogas y pruebas hipnóticas ha sido muy discutido, pero se admite que en ese estado inconsciente no hay garantía de que lo afirmado por el sujeto sea cierto, pues es muy frecuente que se trate de un delirio oniroide, en el cual el individuo habla de lo que desea o teme que haya sucedido, más de lo que en realidad ha pasado.

Por consiguiente, con el peso de los datos disponibles, creemos que ya no será posible seguir afirmando que el testimonio de Dionisio Llanca respecto al caso de Villa Bordeu puede sostenerse..



Anexo

De Hilary Evans: El episodio ocurrido en la madrugada del 28 de octubre de 1973, en Villa Bordeu, ha sido ampliamente difundido a través de periódicos, libros y revistas especializadas. El interés despertado condujo al excelente investigador inglés Hilary Evans a formular algunas reflexiones que estimamos de gran valor por su agudeza crítica. Las mismas nos las hizo llegar su autor el 5 de enero de 1988, antes de la publicación de su libro The Myth of Exttaterrestrial Visitation. He aquí lo que nos dice:

El caso de D. Llanca constituye un despliegue de muchas de las características grotescas y paradójicas de los encuentros con abducciones. Esta experiencia tiene lugar cuando está solo, en un lugar aislado, a la noche tarde. Nadie más ve la nave espacial luminosa y brillante, con excepción del testigo que es llevado a bordo, y de retorno a la Tierra. Lo que los abductores le dicen a Llanca es plausible, pero apa- renta adecuarse de manera muy escasa para justificar la visita de los seres. El mensaje de éstos es como una repetición de aquellos mensajes de casi cualquier visitante extraterrestre. Las razones de los seres para elegir a Llanca son apenas convincentes.

 Al mismo tiempo, no puede caber la duda de que algo extraordinario le ha ocurrido. Nosotros podríamos rechazar su historia sobre la base de su improbabilidad, pero no podemos desaprobarla, ni tampoco ofrecer una historia alternativa en términos de que Dionisio haya podido sufrir un ataque de ladrones (él tiene una considerable suma de dinero que lleva consigo y que aparece intacta en el momento en que llega al hospital; su camión no ha sido tocado, y sus documentos están todavía en la cabina del vehículo). Es una situación estancada, sin salida.

En consecuencia, ¿cómo puede encajar el incidente Llanca con nuestros tres modelos explicativos?:

El modelo de educación cósmica (n: L. Sprinkle) no parece adaptarse al caso de modo alguno. Llanca no se transforma de ninguna manera en un ciudadano cósmico después de su aventura y no hay diferencia con su personalidad anterior; él es simplemente una persona planetaria aturdida y conmovida.

¿Podría ser un sistema de control responsable de lo que podría convertirse en un plan más grande de manipulación por parte de alguna fuerza que esté utilizando a los platillos volantes como una cobertura con fines que sean menos claros? Es difícil apreciar en qué cuantía la experiencia de Llanca podría formar parte de un plan más vasto. Si sus abductores son pseudo-entidades que están desempeñando el rol de una mascarada elaborada, alguien parece haberse metido en grandes dificultades con el fin de no haber logrado nada; cualquiera podría haberse puesto razonablemente metas por lograr.

 ¿Explica el modelo de psicodrama el caso un poco mejor? Existen muchas explicaciones de que algo de este tipo está teniendo lugar. La amnesia de Llanca y su subsecuente recuerdo constituyen efectos mentales, y supone un origen mental: Mientras dichos efectos pudieren haber sido impuestos sobre Dionisio por sus abductores, es más probable que los efectos sean el resultado de un proceso psicológico.

Las contradicciones e inconsistencias se adecuan mejor a la idea de que el incidente es una fantasía fabricada:

       Si sus abductores están dispuestos de una manera tan amable, ¿por qué lo arrojan a él en el campo, en unos corrales, en las primeras horas de la madrugada, luego de lo cual tiene que salir a tropezones y sin ayuda alguna hacia la ruta? ¿Cuál es la causa por la que ellos no lo llevan de vuelta al camión en donde tendría algún tipo de seguridad?

   El rayo de luz que lo transporta junto a sus captores a la nave espacial es simultáneamente tradicional del folclore y una característica recurrente de la ciencia- ficción; en otras palabras, un ítem de la fantasía arquetípica.

      Los seres se comunican con Llanca a través de la telepatía, pero entre ellos lo hacen en lenguaje oral.

    Aunque fuese la última moda en su planeta de origen, es poco probable que un viajante espacial de sexo femenino usara su cabello pendiendo libremente hasta la mitad de la cintura. El ser abductor de Llanca parece pertenecer más a un filme de Hollywood que a un encuentro ocurrido en la vida real.


      Existe una insistencia curiosa acerca del color amarillo: el incidente comienza con una luz amarilla, y los tres seres utilizan botas amarillas y guantes amarillos. La mitad superior de la nave es de un vívido color amarillo, y él ve todo lo que le ocurre durante el incidente contra un fondo amarillo. Una posible inferencia podría ser la luz amarilla brillante la que genere y, literalmente, color a toda la historia.

     Llanca se ve totalmente desequilibrado a causa de su experiencia. Sale con una    chica, luego la abandona, como al vecindario donde vive. Cuando la muchacha se contacta con la familia de Dionisio, sus miembros le manifiestan a ella que no quieren tener más relación con él. Los investigadores se enteran que él sufre una lesión cerebral que podría favorecer la formación de alucinaciones bajo circunstancias apropiadas. ¿Tenía la lesión antes del incidente? ¿La adquirió durante el incidente, o durante el tratamiento subsiguiente?

Roberto Banchs, uno de los investigadores más relevantes de la Argentina, especula que el encuentro de Llanca podría activar esta fantasía, o proceso imaginativo, quizá por un estimulo externo -la luz amarilla-, la cual actúa sobre un cerebro afectado por una lesión, propensa a activar experiencias de tipo sensoperceptivas, alucinatorias: estas experiencias adquirirán una forma a través de lo que el camionero de ideas simplonas había adquirido en el terreno de las ideas acerca de las visitas extraterrestres. Los elementos básicos para la fantasía existen en abundancia en la Argentina y, del mismo modo, en todos los países latinoamericanos; existe una rica literatura de visitas extraterrestres que se extiende desde lo serio hasta lo sensacional, y la prensa alimenta a sus lectores con una fuente de historias de contenido altamente dramático acerca de experiencias extraterrestres en una medida desconocida en otra parte del mundo.

Hilary Evans, Londres


Referencias

 

(1)    Banchs, Roberto. “Affaire Llanca: El gran fraude”, en rev. Stendek, N° 34, ps. 2/8, Barcelona, diciembre 1978. Banchs, Roberto. “'Más (y punto final) sobre el affaire Llanca”, en rev. Stendek, N° 43, ps. 25/26 y 45, Barcelona, marzo 1981.

(2)    Zerpa, Fabio. “El encuentro más estudiado”, en rev. Mundo Desconocido, N° 35, ps. 56/59, Barcelona, mayo 1979; y Cuarta Dimensión, N° 64, ps. 56/59, Buenos Aires, junio 1979.

(3) Caso Llanca- Análisis retrospectivo de un contacto”, edic. especial, UFO Press, ps. 1/13, Buenos Aires, marzo 1979; Cfr.: Roncoroni, Guillermo. “El caso Dionisio Llanca”, edic. especial, CIU, Buenos Aires, mayo 1983.

(4) Ribera, Antonio. Un caso perfecto, Plaza & Janés, E. de Llobregat, 1975. Poher, Claude. “Un perfecto fraude”, en rev. UFO Press,  7, ps. 11/16, Buenos Aires, abril 1978.

(5)   Papers d’ ovnis, Barcelona,  9, II época, mayo-junio 1998, p. 19.

 

















 

 


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