DE TEORIAS LIBROS PROFESIONES Y HUMOR UFOLÓGICO ¿DE QUE UFOLOGÍA ESTAMOS HABLANDO?

 

Si este escrito me vale la condenación del establishment, la acepto de buen gusto y bien habrá valido la pena, recordando  a Hobbes, cuando nos dice: “el hombre es el lobo del hombre”


En estos días venimos asistiendo a discursos centrados en premisas y juicios a priori, muchas veces basados mayormente en proyecciones personales que, a la predominancia de una lógica de sentido, como por ejemplo si es importante haber sido ufólogo primero y profesional o académico después, como si el orden de los factores alterara el producto, o quien escribió libros y quien no, o porque, se siguen presentando como teorías en lo que solemos llamar “la ufología que queremos”.

Es notable la incontinencia verbal incluso de “supuestos profesionales de las Ciencias Sociales”, rubro harto abundante y discutible en la comunidad ufológica del discurso privilegiado (un amigo me decía hace un tiempo que ser chamán no es llevar una pluma en la cabeza, a modo de ejemplo). Se lanzan a afirmaciones dirigidas más a la satisfacción de ciertos “instintos” que, a observaciones objetivas y desapasionadas, atacando al mensajero en vez de reflexionar sobre el mensaje. No es solo a considerar en si mismo solo el discurso, sino también de que lugar viene dicho discurso.

Lo interesante del caso es que esas opiniones se fundamentan en “decir lo que hay que decir” reprimiendo la pulsión que se esconde tras dicho decir, usando muchas veces incluso de manera poco sabia la “broma” acompañada de un cierto toque de cinismo frente a posiciones y opiniones libres de otros en este colectivo que solemos llamar “ufología”, broma que se caracteriza mucho más por la “falta” más que por el “exceso”. Esto expone la lógica discursiva foucaltiana del poder no como algo que se tiene sino como algo que se ejerce desde el discurso. Discurso privilegiado que no admite las posibles riquezas de otros discursos que le son inconvenientes para esa lógica del amo del discurso de privilegio.

Entendamos bien esto; la ufología, tan cara para todos nosotros, no es una disciplina solamente de carácter “científico”. Se halla más bien interpelada sobre todo por el campo de lo “sociológico” que derrama en la cultura, el lenguaje y la tradición, eso que solemos llamar “fenómeno OVNI” que admite múltiples aproximaciones, que lejos de escotomizar, enriquecen el debate, debate que únicamente se torna interesante cuando suscribe a distintas miradas, todas ellas complementarias y no excluyentes, respetando evidentemente la lógica de sentido y las reglas del conocimiento “válido”

En cuanto a todo discurso, bueno es en todo caso, despojarlo de todo cinismo y reconocerlo tal como es, una herramienta de poder. El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación según Foucault, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse. He aquí el surgimiento y la pertinencia del “discurso privilegiado como herramienta para el ejercicio del poder”

Reflexionando sobre esto todo poder se ejerce, y se ejerce, propiamente desde el discurso. Y si se quiere expresar discurso, esta expresión es, ciertamente también a la manera de Foucault propiedad de todo aquel que quiera ejercer su derecho al poder, ejercerlo incluso contra otros discursos de poder, por lo que es, de cierta manera, absolutamente lícito.

No hay profesión ni  disciplina (algunas ni siquiera consideradas como académicas) que tenga el privilegio de un único poder sobre el discurso, ni discurso del saber que solo se restrinja a lo “¿académico?”. El papel del investigador de campo que recoge datos empíricos  o el investigador académico que diseña un estudio experimental en base a observaciones “previas” aporta las herramientas para avanzar en el conocimiento. Se halla perimida entonces la eterna frase “psicólogos de salón vs psicólogos de campo”. En todo caso, y tomando las reflexiones de algunos miembros del colectivo ufológico, es vano buscar una ufología que todos merecen (me pregunto que todos) cuando ya no hay nada más por decir en dicho campo. En todo caso la ufología merecida sería, pues, la historia de la ufología, pasible de ser escrita como bien se hace en muchos casos, meramente como una colección de hechos históricos del pasado.

En cuanto a las teorías, que molestan tanto a algunos miembros de la comunidad ufológica, permítanme dejar el ejemplo de Kurt Gödel, quien cambió con su trabajo la manera de entender las matemáticas. Los dos «teoremas de incompletitud» que formuló en 1931 revelaron, por medio de las herramientas de la lógica formal, la fragilidad de los fundamentos del gran edificio matemático que se venía construyendo laboriosamente desde la época de Euclides. En adelante, la comunidad científica iba a verse obligada a admitir que la validez de una conjetura podía estar más allá de todo intento racional de demostración, y que la intuición nunca podría ser desterrada del reino de las matemáticas. Formado en la prolífica Viena de entreguerras, Gödel pronto se interesó por la epistemología y las teorías de la demostración. Como su amigo Albert Einstein, cuestionó las certezas de la ciencia del momento y, del mismo modo, su vida estuvo marcada por la guerra y el exilio.

Es siguiendo también una reflexión de Jacques Lacan la que motiva un poco también la razón de este escrito y es que, primero, en los discursos, “de lo único que hablamos todos es de nuestro propio síntoma”. Y además que: “La verdad es el error que escapa del engaño y se alcanza a partir de un malentendido”.

Y respecto a lo que “los miembros más prestigiosos de la “ufología” quieran opinar de mí; para finalizar con Camus, decir que  éste nos empuja a vivir independientemente del juicio de los demás respecto a nuestras acciones en su célebre frase de dos opciones: “Feliz y juzgado o bien absuelto y miserable”

Espero y confío que solo a través de la herramienta de la reflexión, podamos todos abandonar posiciones individuales destinadas a denigrar o restar al resto, y abrir el debate de diferentes posiciones donde el colectivo ufológico pueda enriquecerse de diferentes miradas. Más que el mensajero, lo que importa es el mensaje.

 

Un saludo a todos

 

PD: El ufólogo que robó una chapa de reconocimiento en el “Dique La Florida” tenga por favor la decencia de devolverla.

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